La vida cotidiana, esa que hasta hace poco todavía conocíamos y de la cual éramos parte, volverá en algún momento cuando todo esto pase, cuando todo esto acabe, cuando todo lo que hoy leemos se convierta en relato. ¿Cuándo exactamente? Nadie sabe. Pero está claro que nada volverá a ser igual. Todo volverá, aunque distinto.
Nuestras hábitos habrán de cambiar. Valoraremos más las cosas, le encontraremos mayor sentido a los días, a las noches, a las salidas, a los abrazos de quienes amamos, a los saludos de mano con nuestros conocidos y a las palmadas en la espalda de los amigos. Volveremos a disfrutar de una ida al cine y no porque sea la única opción para un domingo por la tarde sino porque en verdad añoramos ir.
Comeremos con suma alegría en una mesa para cuatro, para seis o para 10 personas con nuestros círculos cercanos en el restaurante favorito. Diremos salud y brindaremos de nueva cuenta. Tal vez nos quejaremos menos y disfrutaremos más la comida. Quizá reclamaremos menos, le pondremos menos peros al sazón y hasta masticaremos con más calma.
Llegará el momento en que esperaremos con ansias la reanudación de nuestra Liga. El regreso de ese juego que nos hace tan felices. O que nos hacía tan felices y no lo sabíamos. No importará el partido. Si son los coleros, si se topara el 17 ante el 18... ¡qué importa! Lo habremos de sintonizar con una enorme sonrisa. Prepararemos botana, llamaremos a los vecinos y reiremos con los relatos.
Estoy seguro que volver a un estadio nos devolverá mucho de lo perdido. Que alentar a nuestro equipo ayudará a que se desarrugue el alma. Que con cánticos sinceros regaremos ilusión y de ésta nacerán nuevas historias que contar. ¡Uf! El sentir de un estadio, de su gente, de sus ecos. Cómo se extraña el retumbar de un graderío encendido. El sabor de su comida y hasta el sorbo de una cerveza.
El mundo está cambiando. La industria del deporte ya está en transformación. A los contratos millonarios y no millonarios se les tendrán que agregar cláusulas. Letras en pequeño, añadidos y adjuntos que establezcan paros parciales o completos en las remuneraciones a causa de pandemias, infecciones, brotes, virus y todo aquello que haya propiciado una pausa o una cancelación en las operaciones.
A partir de ahora, el plan B será tan importante como el A. Las fábricas de producción de contenidos, de eventos deportivos, de campeonatos mundiales, de torneos continentales, de Juegos Olímpicos, etc., ya no podrán ser las mismas de antes. Nacerán nuevos tiempos y con ellos, nuevas propuestas y maneras de entender y mantener a la industria del deporte con sus respectivos agremiados e involucrados.
Hace unos días me escribieron que se extraña hasta un Jaguares vs. Tecos. Y sí, hoy nos hacen falta hasta los "cero a cero".
Estaremos bien, diferentes, pero bien. Ya verán.
Twitter: @CARLOSLGUERRERO |