El destino no suele equivocarse. A su modo, a su tiempo, a su capricho, la vida y el futbol dan revanchas. La de Víctor Manuel Vucetich comenzará mañana.

No parece existir nada que puede alterar el legado de un entrenador como Vucetich. Campeón, prácticamente, donde se ha parado a dirigir. Dueño de una personalidad y de una reputación a prueba de todo, un ganador por excelencia, capaz de transmitirle al futbolista sus ideas y sacar de él lo mejor posible en aras del beneficio colectivo.

El llamado "Rey Midas" ha sido, simplemente, el mejor entrenador posible que ha encontrado Chivas. No había nadie más capacitado que él en el mercado mexicano y quizá internacional -porque no conocen el futbol mexicano ni la idiosincrasia de Chivas- para el puesto.

Pero, Vucetich, como cualquier otro entrenador, tiene sus "renglones torcidos" y quizá ellos se refieran particularmente a su amarga aventura con la Selección Mexicana en aquella malograda etapa clasificatoria para el Mundial del 2014.

Dos partidos parecieron ensombrecer la impecable trayectoria de Vucetich. Que no fue su culpa, definitivamente, no lo fue. Y sin embargo, su nombre y su trayectoria se vieron inmersas en la imagen poco honrosa que el futbol mexicano dio por aquellos días. "No me dieron la oportunidad completa", se quejaba el entrenador. "Me usaron. Jamás volveré a dirigir a la Selección Mexicana", agregaba con una mezcla de rabia y de tristeza.

Algunos años más tarde, cuando su carrera parecía ya finiquitada y guardada en los archivos más sagrados del futbol mexicano, Vucetich "vuelve a la carga". Tiene la ocasión de regresar para dirigir a un equipo conformado únicamente por futbolistas nativos, que, quizá, signifique un reto mayor que la propia Selección porque aquí no contará, definitivamente, con los mejores futbolistas mexicanos.

Debe hacer funcionar a un equipo que ha pasado por la penumbra y la vergüenza en las ultimas temporadas, y que se ha alejado de un papel protagónico que históricamente le corresponde.

Lo primero que ha dicho, acorde a su impecable reputación, es que este equipo debe volver a ganar, a meterse en la Liguilla y a contender por el título. A Chivas no le alcanza con ser un finalista más. Para Chivas, al igual que el América y quizá otro par de equipos por ahí, el hecho de perder una Final debe considerarse un fracaso. Y Vucetich lo sabe, lo entiende, lo admite y lo hace parte de su compromiso.

Chivas ha tomado pocos riesgos. Ha ido por el mejor disponible y ha leído perfectamente bien que, en el pasado de Vucetich, hay una "herida abierta" que, juntos, pueden ayudar a sanar y a cicatrizar.

A los 65 años de edad y con una trayectoria que incluye más de tres décadas como entrenador, Vucetich tiene la revancha largamente añorada, una que, además, puede volver a colocar sobre la mesa de debate su legado en el futbol mexicano.

 
 
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