"Viejos, los cerros... Y reverdecen".
La primera vez que escuché esa frase fue en Las Vegas, hace ya algunas décadas, cuando un sonriente Julio César Chávez trataba de esconder las magulladuras que su rostro exponía tras una pelea en la que no fue tan dominante como en el pasado. Pronto, fue parte del himno de su campaña decadente y final como atleta: "Viejos, los cerros... Y reverdecen".
Siempre he creído que cuando un reportero no puede o no quiere hacer cierta pregunta porque tiene temor a las consecuencias que ello pueda originar en su relación con la persona a la cual esta entrevistando, sus días como -llamémosle- un "buen reportero" están contados.
Y aprovecho esa introducción para confesarles que, ante una invitación de nuestro director, Miguel Arizpe, me costó demasiado trabajo hacerle una pregunta a Ricardo Ferretti y ello, al mismo tiempo, me ha dejado con unas cuantas horas de insomnio sobre si estoy perdiendo -digámosle- la temeridad -por no usar un término más vulgar- que de alguna forma he tenido a lo largo de mi carrera.
Pero aquí el tema no es y no pretende ser "yo". Aquí el personaje se llama Ricardo Ferretti y le dicen "El Tuca" y su fama, su reputación, sus hechos, sus logros lo colocan en un sitio muy privilegiado en la historia del futbol mexicano.
Él es un verdadero "maestro" de la profesión, Nadie puede tener duda de ello. Su conocimiento y capacidad están por encima de cualquier parámetro normal. Habrá un antes y un después del "Tuca" entre los entrenadores del futbol de nuestro País.
Y si no me cree lo que le digo -porque, simplemente, le cae mal "El Tuca", o usted es rayado o americanista o no sé qué- lo invito a echar un vistazo a los números, a los títulos, a la regularidad, a la continuidad. Ferretti ha desafiado con éxito todos los paradigmas de nuestro futbol.
Pareciera que estoy tratando de buscar una justificación a mi momento dubitativo cuando me ofrecieron la ocasión de hacerle una sola pregunta el entrenador de los Tigres.
Y puede que así sea. No lo sé. Quizá sea éste el desfogue que busco para tranquilizarme. Si es así, espero que me comprenda y me perdone.
¿Con qué cara le puedo yo pedir a Ferretti que analice si su tiempo se ha agotado en la posición de entrenador? Cada vez que me repito la pregunta, me estremezco.
Es verdad que Tigres ha caído futbolísticamente, que no juega ni con el volumen, ni con la profundidad, ni con el ímpetu que le exigen sus más apasionados aficionados y sus más estrictos detractores. Es verdad, también, que el equipo, por momentos, luce cansado, agobiado, monótono e inexpresivo. Y es verdad, también, que sigue teniendo uno de los mejores planteles en la historia del futbol mexicano y a un referente de la época llamado André-pierre Gignac.
Todo eso es verdad, así como también es una realidad tajante y absoluta que poseen a uno de los mejores entrenadores en la historia del juego.
El tiempo, sin embargo, el tiempo no perdona. El tiempo es invencible, inexpugnable, indetenible e infranqueable.
Y puede que, tanto Ferretti, en lo que hace y que ha hecho muy bien, se este volviendo "viejo", como yo, también, cuando pierdo la capacidad de preguntar sin preocuparme de las consecuencias que ello origine o de la imagen que dejaré ante el entrevistado.
Puede que ambos estemos entrando en esa etapa. Puede ser, no lo sé, pero, por mi parte, aplicaré la del gran JC Chávez: "Viejos, los cerros... Y reverdecen".
Twitter: @Faitelson_ESPN |