En otros tiempos (y no tan lejanos) a Cruz Azul le hubieran empatado en los últimos minutos y lo hubiera perdido dramáticamente en la tanda de penales. Pero no, no ahora, no en estos días.
Hoy el destino les favorece, les sonríe, les coquetea a cada instante; el destino los ha tomado de la mano y marchan juntos como pareja viajera digna de Instagram. De esas que derraman felicidad, de esas que producen tan bien las fotografías que uno termina creyéndolo.
Seamos sinceros, a Cruz Azul le alcanzó para ganar aún en su peor versión dentro del torneo de preparación. Ante Toluca, América y Pumas había mostrado mejores credenciales.
Pero hay algo que mantiene la ilusión a tope: la inercia positiva. Se han acostumbrado a ganar. Nos han acostumbrado a verlos ganar. Como sea y contra quien sea.
Bajo esa premisa, siempre será más factible que se alcance el rendimiento y funcionamiento óptimo mientras los resultados acompañen.
Mención especial a Siboldi con los cambios y a los que ingresaron en el complemento. Lograron contrarrestar la anestesia que Tigres les había inyectado.
Alexis Gutiérrez entró y de inmediato se hizo presente con buen trato a la pelota. Misael Domínguez revolucionó la caja de velocidades y hasta "Shaggy" Martínez, quien logró convulsionar la banda derecha. Tanto que provocó la falta que derivó en el gol del empate.
Pero nada como las postales que nos regaló Andrés Gudiño quien emergió de la nada. Terminó como héroe. Entendió que este torneo era ideal para que algunos jóvenes irrumpieran en medio del letargo. Se plantó bajo los tres postes como si tuviera quince años de experiencia.
A Cruz Azul le sale todo. El tiempo dirá.
TODO MAL CON TIGRES Tuvieron para meter el acelerador y no lo hicieron. Se administraron de más. Cerraron la oficina con llave sin darse cuenta que la pelota aún estaba dentro.
La derrota los deja mal y las formas también. Tan es así que se marcharon coléricos y en desquicio total.
La escena que montaron al final (como haya sido) no deja buenas sensaciones. No es para aplaudir y no es digna de un equipo que pretende colarse entre los más trascendentes de la historia reciente.
Ver gritar así a Pizarro no arroja nada positivo. Ese carácter lo tuvo que haber mostrado en la recta final del partido y no después del silbatazo cuando ya todo estaba escrito. Mal también Aquino que en medio de la calentura no filtró sus palabras.
Tigres suma un episodio más que lo coloca nuevamente en la carnicería de las críticas. Se ha convertido de un tiempo para acá en un equipo que genera demasiado escozor. Más que ningún otro. Ni América remueve tanto las fibras como lo hace ahora Tigres.
Son los villanos del cuento, pero también es cierto que los villanos atrapan las miradas en las historias.
Tigres trasciende, genera conversación y está en boca de todos. Guste o no.
Twitter: @CARLOSLGUERRERO |