El día de ayer, el equipo de Washington anunció que el sobrenombre de la institución cambiará a partir de la campaña que está por iniciar.
Un largo y sinuoso camino que muchas veces se encontró con el desprecio y la falta de empatía de Daniel Snyder, ha llegado a un final feliz para un grupo minoritario que se sentía agraviado por la utilización de un término peyorativo para distinguir a una organización deportiva.
Estoy convencido que el cambio de nombre tendría que haberse producido hace muchos años. Desde la década de los 60, grupos de nativos americanos han alzado la voz para exigir esta modificación, y entre otras cosas, han logrado que decenas de instituciones educativas cambien sus políticas y prohíban el uso de términos similares para nombrar sus equipos deportivos.
Hoy, la NFL y un grupo de inversionistas se han colocado del lado correcto de la historia, y han presionado a Dan Snyder para utilizar de forma correcta y productiva la plataforma de comunicación de la Liga profesional más poderosa del mundo.
Estados Unidos es un país en donde el racismo sigue siendo uno de los grandes pendientes en el constante proceso de evolución de su sociedad.
Sin ir más lejos, habría que recordar que recientemente los dueños de la NFL se coludieron ilegalmente para vetar a Colin Kaepernick, un jugador a quién el presidente Donald Trump llamó hijo de puta, por poner una rodilla en tierra durante la ceremonia del himno nacional.
Hoy, aunque la carrera de Kap ha sido afectada irremediablemente, el comisionado y los dueños han reconocido su error y han modificado su postura de manera radical. Tal como en el caso del equipo de Washington, el cambio es tardío, pero no deja de tener efectos positivos.
Alguna vez, EU abolió la esclavitud, reconoció la igualdad entre hombre y mujeres, y legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo. En todos los casos, la lucha la encabezaron las minorías, pero las decisiones, siempre tardías, fueron tomadas por las mayorías privilegiadas que durante décadas se negaron a reconocer el derecho de los grupos afectados.
Algo muy similar sucede ahora. Hay quienes, desde la comodidad de una butaca, se quejan de que la "corrección política" atenta contra la historia y la tradición de una institución deportiva, y aseguran que el racismo no se terminará cuando Washington de a conocer su nuevo sobrenombre.
Tal como sucedió en los casos arriba citados, hay que darle tiempo al tiempo. Hoy, no hay nadie que en su sano juicio, pueda defender la esclavitud, o pretenda negarle el derecho al voto a las mujeres. Y aunque haya resistencia de grupos conservadores, el matrimonio entre personas del mismo sexo terminará siendo legal y aceptado en todo el mundo.
Lo mismo sucederá con esta polémica en torno al nuevo sobrenombre del equipo de Washington. La decisión es correcta y gracias a la plataforma de la NFL, tendrá un impacto muy positivo a favor de la lucha de los nativos americanos contra el racismo y la discriminación. Y estoy seguro que, con el paso de los años, no habrá quien piense distinto.
Twitter: @JosePabloCoello |