Sin juegos en la Liga MX, estos días la futbolera atención fue acaparada por la Selección Mexicana.

Por la flamante subcampeona Sub 17, claro, porque la mayor, para fines prácticos, también tuvo un receso utilizado para irse de paseo a Panamá y después viajar de regreso a Toluca para seguir paseando y recibir al flojo representativo de Bermudas, que se encargó de exhibir las carencias ofensivas del Tri.

A pesar del flojo funcionamiento de ayer, este 2019 cerró para Martino y sus dirigidos con un saldo ampliamente positivo; solamente reprobados en aquella contundente derrota ante los argentinos.

Y si el desempeño de esa Selección Mexicana ha sido satisfactorio, el de la Sub 17 fue de otra dimensión en la Copa Mundial de esa categoría, jugada en canchas brasileñas.

Bajo la certera dirección de Marco Antonio Ruiz, estos ejemplares juveniles tricolores estuvieron a 10 minutos de lograr una hazaña que hubiera sido incluso de mayor tamaño que las logradas en 2005 y en 2011.

Una inminente hazaña que empezó a desvanecerse a partir de un penal bien sancionado, inobjetablemente reglamentario y tal vez rigorista, pero no inventado ni "sacado de la manga" nada más porque sí.

Siempre será más cómodo envolverse en la bandera, o buscar a otros culpables, o imaginarse "manos negras" en contra del futbol mexicano, en lugar de asumir la propia responsabilidad por los errores cometidos; pero el caso es que en esa Final se impuso con todo merecimiento el equipo que mejor jugó, lo que no le resta un ápice al enorme mérito de un conjunto mexicano capaz de competir como tal ante adversarios (como lo fueron sobre todo las escuadras de Holanda y de Brasil) evidentemente superiores en lo que respecta a la calidad de las individualidades.

Otra vez remitiéndose al orden, el equilibrio, la disciplina, el esfuerzo indeclinable, la solidaridad permanente, la eficiencia colectiva para cerrar los espacios al defender y ampliarlos al atacar, la flexibilidad en las formaciones y los debidos ajustes estratégicos, este ejemplar equipo del "Chima" supo esconder sus debilidades y potenciar sus virtudes, para así oponerles cabal resistencia a rivales plagados de futbolistas que desde esa edad están más y mejor desarrollados que los mexicanos.

Si desde tempranas edades inciden en ese desarrollo del futbolista factores como los de alimentación, educación, raza, estructura y cultura deportivas, o diferencia en el trabajo de Fuerzas Básicas, en el caso de los jugadores mexicanos la distancia con respecto a los más poderosos se incrementa después de los 16 ó 17 años, principalmente por la escasez de espacios propicios para seguir creciendo.

Tras la satisfacción por el deber cumplido... ¿cuántos de estos jóvenes futbolistas entrarán en ese otro no oficial pero sí muy dañino receso en su trayectoria?

Si los dirigentes no logran entenderle al asunto y actuar en consecuencia ni con brillantes actuaciones como ésta, ofrecida por enésima vez por una Sub 17... ¿entonces cuándo y entonces cómo?

 
 
Twitter: @rgomezjunco