Jamás, ni en la más absurda de las fantasías ni siquiera por un día, podríamos imaginar la vida sin abrazos ni futbol.

Somos gregarios y pasionales, conectamos a través del tacto y las emociones... del cariño y las aficiones. Somos lo que construimos a partir de los afectos, pero también desde el juego colectivo.

Hoy nos sentimos extraños, improductivos, inciertos... a veces tristes, a veces deprimidos, a veces optimistas y a veces desganados o ansiosos. Todos esto es la inequívoca señal de que estamos vivos y preparados para reaccionar, pero que esta etapa que súbitamente nos corresponde vivir es un entrenamiento y, sin duda, un respiro para el planeta, su flora y su fauna.

Hoy, por primera vez somos iguales. No importa la clase social, la religión, la raza o el clima... no importa la latitud ni la longitud, la historia o el futuro. Hoy, por primera vez, a partir de una pandemia, es indispensable dejar de acelerar, poner el freno y ayudar, paradójicamente, sin producir nada.

Nuestro aislamiento es, en realidad, nuestro entrenamiento para ser mejores una vez superada esta crisis. El Dr. Richard Davidson (profesor de la Universidad de Wisconsin y eminencia en el estudio de las emociones y el cerebro) sugiere 4 grandes áreas donde es posible mejorar los niveles de bienestar: Vivir aquí y ahora, centrarse en el presente... Conexiones, crear vínculos con quienes están cerca... Mirar hacia adentro y entender nuestras reacciones... y replantear nuestros propósitos y a qué venimos. Bien vale reflexionar y trabajar en estos aspectos en este tiempo.

¿Cuánto durará el entrenamiento? Nadie lo sabe. ¿De verdad importa? Si miramos atrás, en aquellos años que soñamos ser futbolistas o atletas, carpinteros o abogados, jardineros o empresarios, amas de casa o profesores, no escatimamos en el tiempo que deberíamos invertir, más allá de los estudios. "El tiempo necesario", debería ser la respuesta. El tiempo no se adapta a nosotros, nosotros debemos adaptarnos al tiempo.

Albert Camus, Premio Nobel de literatura, publicó "La Peste" en 1947. Reviso esta extraordinaria novela y dentro de las coincidencias que hoy vivimos, aparece la propagación de una epidemia que mata cientos al día y obliga el aislamiento por parte del gobierno. Aparece la voracidad, el egoísmo y la falta de consideración, pero también el sacrificio y el cuidado, principalmente por parte del Dr. Rieux, protagonista de la novela, quien simplemente no se acostumbra a ver morir a sus pacientes. "Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida, es el conocimiento y el recuerdo", reflexiona. Pero también aparece el tiempo como elemento principal de meditación: "Solo hay una forma de sentir su carga fructífera: sentirlo con toda su lentitud".

Porque necesitamos del otro y de los nuestros, de nuestras pasiones y nuestros afectos, volverán el futbol y los abrazos, aunque seguramente con otra envoltura. Y es que, si en verdad somos sabios, nuestro entrenamiento disfrazado de aislamiento debe replantear nuestra actitud, al sabernos, en definitiva y gracias a un virus, igualmente vulnerables.

Twitter: @FELIXATLANTE12