En los primeros 10 minutos del encuentro parecía que los Rayados me darían legítimos motivos para que yo finalmente pudiese elogiarlos.
Pero lograron algo que me parecía imposible después del excelente primer tiempo que jugaron, ser abucheados al término del encuentro. Realmente yo no podía creer lo que estaba viendo.
El Toluca, que se caracteriza por ser un equipo guerrero y muy difícil de vencer, resultó el cómplice ideal para ahuyentar cualquier duda que los anteriores partidos habían dejado sobre las espaldas de los Rayados.
No existe en el futbol una forma tan bruta de regalar un partido como hicieron los choriceros.
No hay mejores condiciones que jugar como local, contra 9 jugadores y estando 3-1 arriba en el marcador para golear, agradar, divertirse y hacer divertir a sus seguidores.
En verdad el Toluca hizo todo lo posible para que el Monterrey se sirviera con la cuchara grande, pero siento que Mohamed se esmeró en hacer todo lo posible para echar a perder lo que debería haber sido una gran fiesta.
En esta vida casi todo tiene una explicación, en el futbol también, y lo que vi ayer en el Tecnológico no es una excepción.
Después del concierto futbolístico de Cardona, premiado con sus dos goles, el primero y el tercero de crack, el final del primer tiempo fue el inicio de lo que llamaré la manera más tonta y rápida de "hacer difícil lo fácil".
En el segundo tiempo Mohamed salía constantemente a su área técnica y se cansó de gritar, enojado por la poca idea que mostraban sus dirigidos para matar a un moribundo Toluca.
Sin querer ser el abogado de los jugadores, ya que algunos se veían demasiado confiados, señalo a Tony Mohamed como el mayor responsable de lo sucedido ayer, por haber hecho lo que siempre critico, querer arreglar lo que no está descompuesto.
Edwin Cardona estaba imparable, de sus pies brotaba talento, sus diagonales confundían la defensiva rival, en fin, estaba siendo la clave del encuentro. Arrancando pegado al costado izquierdo, el colombiano mostraba un total dominio de esa posición, como pocos diría yo, pero a Mohamed se le ocurrió mejorar lo inmejorable.
Sacó a Neri Cardozo y colocó a Cándido Ramírez volanteando por izquierda para hacer lo que estaba haciendo perfectamente bien el inspirado Edwin, por supuesto no lo logró.
Corrió a Cardona por el centro, como enganche y ahí está, desapareció la magia, se armó el desbarajuste y la decadencia no tardó en hacer su aparición.
Por eso siempre digo, es muy difícil ver a un técnico ganar partidos desde la banca, pero qué fácil los echan a perder.
Mohamed no tenía que arreglar lo que no estaba descompuesto, menos mal que ganaron.
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