¡DEVUÉLVEME A MOZO, ALAN!
Hoy las páginas de CANCHA te cuentan el triste presente de Alan Mozo, canterano piedra angular del proyecto de Pumas para el futuro y cuyas virtudes son tan grandes como su falta de profesionalismo a partir de la cuarentena (y si me apuran tantito, desde antes).
Tan escaso está Pumas de ídolos surgidos de sus entrañas, que unos cuantos juegos mostrando la garra que solía caracterizar a los futbolistas de antaño en CU, le bastaron a este chamaco para que los aficionados se aprendieran su nombre y que el murmullo se acercara a la ovación en el Olímpico Universitario cuando era anunciado por la megafonía.
En 2 años fue titular en todos los partidos que disputó. Se dice fácil, pero no creo que lo sea, y menos en Pumas.
Sin embargo, esta mágica historia de ascenso encontró una triste pausa con la cuarentena por la pandemia de Covid-19. En algún momento del confinamiento, alguien puso un tabique en el camino de Mozo y el muchachito se trepó gustoso a él... ¡y de ahí ya no se bajó!
La cuarentena se llevó al Mozo discreto y nos regreso un rubio metrosexual con pelos de otro color, con kilos de más y un gusto por echar alcohol a sus venas y taco a horas muuuy cuestionables... y no sólo una vez, sino varias.
Y si no, que me diga el buen Alan ¿qué tal estuvieron los mixiotes que se comió a mitad de semana de cara al juego contra Mazatlán, esos que saben taaan ricos, allá por Cefiro y Periférico?
Me contó mi Judas Trasnochador que aunque el buen Mozo "madrugó" y apareció en los mixiotes a las 7:30 de la mañana, no lucía puesto para desayunar y agarrar energía de la grasita para entrenar, sino que más bien parecía tener muuuchas horas despierto y bastantita fiesta a cuestas.
Lo más gacho es que mi Juditas no sólo me antojó los mixiotes, sino que me dijo que esa no fue la primera vez que el señor Mozo se apersonó por ahí en las últimas semanas y en las mismas condiciones etílicas.
Qué casualidad que dicen que el puestillo donde "desayunó tras la peda" no está tan lejos del depa de Pablo Ceppelini, jugador del Cruz Azul que ya fue separado por sus constantes pedas en un departamento que no tengo el gusto de conocer (a mí no me ha invitado), pero que así ha de estar para estar pagando 120 mil pesos mensuales de renta. Depa de desmadre.
(Por eso el cruzazulino tiene cada vez más cuates, porque ya son muy comunes sus borracheras en ese lujoso depa).
Volviendo a Mozo, no sé si eso haya influido para verlo como lo vimos en el grandioso 0-0 ante los arrebatados Monarcas Morados o a que lo cepillaran del viaje para enfrentar a Tigres -casualmente cuando se anunció de positivos de Covid-19 en el primer equipo-. El caso es que el titularazo indiscutible dejó de serlo.
Lo bueno es que hubo chamacos que sacaron la casta en Monterrey y salvaron al menos por una semana más el invicto unamita.
Se me hace tristísimo que haya sido Alfredo Talavera quien haya salido a decir hace un par de días que la palabra indisciplina no debe estar incluida en el lenguaje de los futbolistas mientras me imagino a un tipo tan talentoso como Alan Mozo echándose unos mixiotes en plena calle y en plena pandemia mientras que su compañero de equipo, de 37 años, se cuida para seguir vigente.
De corazón espero que esto sólo sea una mala etapa para Alan y que pronto vuelva a ser el Mozo pre cuarentena...
FLASHBACK A propósito del asunto con Alan Mozo, no quiero ser ave de mal agüero, pero les refresco un poco la memoria con aquel episodio de hace casi un año, cuando otro canterano de Pumas, que no voy a decir que es Luis Fernando Quintana, llegó en estado bastante inconveniente a entrenar y eso generó un conflicto con el entonces entrenador Bruno Marioni, quien quiso imponer disciplina y acabó en la calle.
Bueno, en su momento les platiqué que la fiesta que provocó ese episodio tuvo a varios felinos involucrados, uno de ellos fue Mozo, quien desde entonces ya "jugaba sus primeros minutos" en el equipo de los fiesteros Pumas, donde además estaba el señor Juan Manuel Iturbe y el hoy monarca morado Martín Rodríguez (precursor de aquella parranda, convocada para olvidar que le habían roto el corazón al pobre).
Qué casualidad que el señor Iturbe haya sido el primero en "bancar" a su hermanito Mozo ayer que lo castigaron por fiestero.
Aaah, porque sí, ayer ya castigaron al lateral Puma, el que anda con alcoholes en la noche y llegando a los mixiotes, con un partido de suspensión y multa económica.
PD: Y no por la Comisión Disciplinaria, sino por el propio Pumas.
CASTIGO EJEMPLAR Y a que tomamos este escandalito, dejen les platico que el técnico de Cruz Azul, Robert Dante Siboldi, anda muuuy molesto tras enterarse que su jugador Pablo Ceppelini, puso la casa para que Alan Mozo hiciera una fiesta hace 2 semanas.
Me contó mi Judas Celeste que el DT charrúa quedó decepcionado de Ceppelini y por eso luego luego ordenó que el futbolista fuera a la Sub 20, con el que jugó el domingo pasado en San Luis.
El tema fue que no dijo si uno o dos partidos, no. Siboldi, con la venia del director deportivo Jaime Ordiales, lo dejará en la Sub 20 tiempo indeterminado y no crean que a la semana le quitará el castigo, como ocurrió en Chivas o que le dará una sanción tan patética como la que recibió Mozo, de un juego.
Para colmo, hay que recordar que Siboldi nunca tuvo considerado a Ceppelini para el Torneo Guardianes 2020, a quien planeaba usar de moneda de cambio antes del torneo.
Y luego, para acabarla de amolar para Ceppelini, La Máquina funciona bien y es líder sin necesidad de buscar variantes, por lo que el volante uruguayo estará un rato en la Sub 20.
Eso sí, me contó mi Judas de La Noria que tanto Ordiales como Siboldi manejaron todo de manera privada, tratando de no exhibir al jugador, que tampoco fue el que armó la fiesta sino Alan Mozo, de Pumas.
Si en diciembre Siboldi decía que Ceppelini era el mejor pasador en la Liga colombiana, hoy está borrado de La Máquina, no sólo por decisión futbolística sino por fiestero.
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