Ver en el liderato de la Tabla a los Pumas, invictos y goleadores, trae varias buenas noticias consigo.
Una de ellas radica en el hecho en sí: con malos presagios en la pretemporada por las salidas de Malcorra, Barrera y "Míchel", parecían tirados a la deriva una vez más.
La receta de perder jugadores importantes en un plantel corto y de promover de emergencia al director de fuerzas básicas al primer equipo no es aconsejable para obtener buenos resultados.
Y sin embargo, se mueve.
Lo que ha sucedido en el Pedregal no es un milagro, sino el producto del trabajo realizado en los últimos años, bien mantenido por los actuales responsables.
El armado del plantel del primer equipo, la espera paciente a la maduración de jugadores surgidos de la cantera y a otros que llegaron del extranjero el torneo anterior como Dinenno y la dinámica con que se expresan en el campo, son consecuencias que no ocurren de un día para otro: este terreno se estaba preparando.
Ayer no jugó Favio Álvarez, ni tampoco Nicolás Freire ni Nicolás Saucedo, lo mismo que Jerónimo Rodríguez, se recuperan de diferentes dolencias. Iturbe tampoco y Erick Lira fue suplente.
Pero pese a lo breve de su plantel, Pumas tiene dos cosas: recambios confiables y un espíritu que Andrés Lillini comparte con sus dirigidos desde la improbable tarea que le fue encomendada.
Al argentino le creen, lo respetan y lo quieren los jugadores de los Pumas, que a la altura de la décima fecha siguen rugiendo por todos lados ante algunas miradas escépticas e injustificadas.
Así como hay equipos a los que la percepción les perdona todo, hay otros como los auriazules, que solo siendo campeones recibirán el crédito suficiente.
Los hombres pasan y las instituciones quedan, pero justo será también recordar que Rodrigo Ares de Parga, poco diplomático en un lugar que tiene sus requerimientos políticos, tiene buena parte del mérito.
Ares contrató a Lilllini, a "Míchel", a Chucho Ramírez, retuvo a Carlos González, importó a Dinenno, Favio y Saucedo, volvió a apostar en serio por las fuerzas básicas y saneó las finanzas del club.
El futbol padece de amnesia y solo importa lo que sucede hoy. Parte del trabajo del periodismo es no perder la memoria.
Hace tiempo que el Atlas tiró la toalla en su célebre política de fuerzas básicas. Fue abandonada y costará trabajo retomarla con éxito.
Pumas y Pachuca mantienen el dedo en el renglón resistiendo los malos tiempos, esperando mejores aires.
Estos soplan en el Pedregal, con el himno universitario que no puede ser entonado por una tribuna feliz que por fin es recompensada.
Imposible saber cuál será el resultado final, pero ya se ganó algo fundamental: el regreso a los valores del club en tiempos en que la competencia exige y suele cortar las alas a los nuevos valores.
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