La derrota y el error desde la humildad se perdonan, desde la petulancia se condenan doblemente.
Rayados de Monterrey tiene, como todos sabemos, un plantel sumamente completo para pelear internacionalmente, como ya lo demostró en el pasado Mundial de Clubes ante el mismísimo Liverpool.
De aquel equipo que perdió en el último minuto la Semifinal, ya no están el arquero Barovero, el defensa lateral Vangioni y el volante ofensivo Rodolfo Pizarro. Hugo González, Gallardo y Maxi Meza no son mala opción para cubrir esas ausencias, junto a Sebastián Vegas, Vincent Janssen o Kraneviter, entre otros disponibles para este torneo.
Sin embargo, tras la conquista de la Copa MX y la celebración de sus tres títulos, con cuatro victorias seguidas en la Liga, llegó la última jornada y su partido ante unas Chivas diezmadas.
Nunca antes una celebración tan ruidosa y presumida en redes sociales, como los tres títulos de Rayados, se convirtió en enorme desilusión y coraje hacia algunos miembros del equipo, muy poco antes reconocidos y vitoreados por su afición.
Monterrey necesitaba no perder contra Chivas para asegurar un lugar dentro de los primeros cuatro y evitar el repechaje. Perdió. La relajación fue evidente y debió disputar un muy incómodo partido ante Puebla, para lograr lo que tuvieron en sus manos. Pero además fue necesario esperar dos semanas.
Si algo tiene el futbol de atractivo, y mucho más el mexicano, es la enorme posibilidad de atestiguar victorias del menos favorito sobre el poderoso. Uno sabe que se darán, pero no sabe cuándo ni en qué partidos.
Claro, una vez que aparecen estas sorpresas, nos encargamos de analizar los elementos que favorecieron el resultado.
"Es caprichoso el azar", dijo Serrat en una canción, y lo podría comprobar cualquier equipo favorito que ha sido sorprendido. Y es que cuando se deja la puerta abierta a la fortuna, a la imprecisión o incluso a la apreciación, el riesgo es demasiado. Es cierto, en la mayoría de los casos resulta, pero en esta ocasión Monterrey corrió un riesgo innecesario y hoy debe amortizar la más dura crítica de sus opositores y sus aficionados.
Como en toda derrota que deja huella, el señalamiento hacia culpables y responsables es, más bien, una tradición... como si eso fuera capaz de aminorar el dolor o dar una segunda oportunidad. Aguantadores los aficionados Rayados de los noventas, beneficiados los del Siglo XXI, quienes han celebrado cuatro títulos de Liga y cuatro de CONCACAF... nada más.
Perder porque te supera el rival es siempre más fácil de digerir. Perder por minimizar al equipo contrario, por supuesto que duele más, mucho más. Pero aun así, con toda la responsabilidad que implica dejar vivo al oponente para que te supere, por fortuna o por capacidad, no merece el mal trato hacia los futbolistas o técnicos que les han dado tantas alegrías.
La afición Rayada y un gran sector de la crítica nacional opinamos que Monterrey perdió por exceso de confianza, y eso es justamente lo que hoy se condena doblemente.
Twitter: @FELIXATLANTE12 |