Al jugarse la Jornada 14 sigue su curso el Guardianes 2020 de la Liga MX.
Una jornada con tres partidos especialmente atractivos: la edición del Clásico Tapatío a partir de las 19:00 horas de hoy, el Cruz Azul vs. Tigres de las 21:00, y el León vs América del próximo lunes.
Pero más allá del futbol que hoy sean capaces de brindar las Chivas y el Atlas en cancha rojiblanca, o el Cruz Azul y los Tigres en la del Estadio Azteca, o esmeraldas y americanistas el lunes en cancha necaxista y por lo tanto neutral, en realidad lo más relevante de esta Jornada 14 es que ha marcado el regreso del público mexicano a los estadios.
Ayer, tanto en Aguascalientes como en Mazatlán se produjo ese regreso de aficionados a las tribunas.
Primero en el Necaxa vs. Xolos y después en el Mazatlán vs. Bravos, se vivió en partidos de la Primera División del futbol mexicano lo que había dejado de vivirse desde hace poco más de siete meses.
Un regreso de la gente a esos estadios que se antoja precipitado, prematuro, considerando las apremiantes circunstancias en las que seguimos viviendo por obra y gracia del Covid-19.
Si por un lado la Liga MX cuenta con el legítimo derecho de buscar ese regreso de los aficionados, de seguir alimentando la maltratada maquinaria futbolera del dinero, de proteger hasta donde pueda el propio negocio, por el otro deben ser las autoridades de salud y los respectivos gobiernos municipales y estatales quienes tomen tan importante decisión con plena responsabilidad y cabal conocimiento de causa.
Sin caer en el patético error de hacerle al aspirante a epidemiólogo (como lo han hecho tantos periodistas futboleros que opinan con asombroso desparpajo sobre el Covid-19 y sus estragos, sobre cómo ha sido manejado y debe manejarse el alarmante asunto de la pandemia), sólo digamos que por la información que se tiene, el ambiente que se palpa, y por lo sucedido en otros lares, lo mínimo que puede suponerse es que este regreso del público a los estadios implica un tremendo riesgo.
Además, permitir que algunos equipos jueguen con público mientras no todos pueden hacerlo, implica también establecer una inequidad de condiciones entre los 18 participantes.
Por lo pronto, dos locales ya jugaron con público y otros dos podrían hacerlo en su siguiente partido en casa (San Luis y Puebla). ¿Y los otros 14?, que reciban gente cuando puedan y las respectivas autoridades se los permitan.
Es decir, que según esto para la próxima Liguilla, que iniciará a mediados de noviembre, algunos equipos podrían contar con la "ventaja completa" que implica la condición de local; y otros no.
Unos jugando con público y otros a puerta cerrada, como llevan rato haciéndolo.
O sea que, para variar, nuestros avorazados dirigentes desperdiciaron una magnífica oportunidad: En aras de establecer la elemental equidad de condiciones que debe prevalecer en cualquier competencia deportiva, haber dictaminado que los aficionados no volvieran a ningún estadio hasta que pudieran volver a todos, con lo que de paso hubieran apostado a favor de la salud.
A ver si para la próxima.
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