Empiezo por el final: discreta, prudente, cariñosa y amable saludó como cada vez, intercambió conversaciones breves con cada uno de los que se cruzó durante la comida navideña, bebió una copa de vino y, de pronto, antes de tomar la foto familiar, Paulina desapareció sin hacer pública su despedida.
Tuve nueve hermanos, soy el menor. En algún momento de mi vida el futbol me regaló al menos una anécdota con cada uno de ellos, ya sea por su amor a nuestro deporte, o por su rechazo, pero al menos un episodio... menos con Paulina.
Bueno, uno solo y fue hace muy poco tiempo: Repentinamente me llegó una carta del "SupGaleano" (antes Subcomandante Marcos) desde las Montañas del Sureste Mexicano. Era una invitación para asistir a una mesa redonda sobre futbol en el 1er Festival de Cine organizado por los Zapatistas. Se la reenvié a mi hermana, la leyó detalladamente y, fiel a su costumbre, se lo tomó muy en serio. Al final de largas reflexiones e investigaciones sobre el evento, me dijo: "No sé si mañana me voy a arrepentir, pero en este momento siento que debo compartirte lo que pienso: no te recomiendo aceptar o rechazar la invitación, pero antes de responder ponderes los efectos que puede tener en tu vida ir a ese espacio y con esos anfitriones... un viaje como el que te propone puede hacer la diferencia".
Se sabía enferma, muy enferma de cáncer, decidió enfrentarlo sola con sus propios tratamientos y alejada de hospitales y doctores. Al fin y al cabo era congruente hasta en eso: sus "compas" indígenas de Chiapas tampoco enfrentan dolorosos padecimientos en clínicas y con tecnología.
Conocedora y amante del buen vino, los quesos y la comida francesa, decidió entregar los últimos 25 años de su vida al estudio y apoyo de los menos favorecidos en nuestro País. Su labor fue incansable, discreta y casi secreta. Se sabía observada y vigilada, incómoda para ciertos sectores y por lo mismo aparecía y desaparecía sin previo aviso.
Para Paulina no existía la informalidad, la impuntualidad o la improvisación. Cada trámite era debidamente cumplido, cada prenda debidamente planchada y cada papel debidamente guardado. Ella te hacía ver, sin mencionarlo, que tu vida es penosamente desordenada.
Juan Villoro, en comunicación directa, me escribió la mejor explicación para entender la partida de la Doctora en Ciencias Políticas: "...no quiso depender de un mundo en el que ya no creía. Prefirió ser fiel a los dictados de su cuerpo y a sus decisiones personales: el último gesto de entereza en una vida admirable".
Termino por el principio: fue mi madrina de bautizo, el recuerdo de Paulina durante mi infancia está lleno de disciplina, libros y estudio... de preparación exhaustiva, pero también de pequeños y selectivos detalles a través de los que manifestaba su presencia. Esa presencia que a partir de ahora será de otra manera, a su manera.
Twitter: @FELIXATLANTE12 |