Mayo del 2014. Lisboa recibía la Final de la Champions League. El Atlético de Madrid de Simeone enfrentaba al Real Madrid de Ancelotti. Sesenta mil aficionados reunidos en el Estadio da Luz para ver la lucha por la supremacía europea.
Era el Madrid de Cristiano Ronaldo, Coentrao, Khedira y Di María. También el Madrid de Guillermo Ochoa. El "Aleti" de Courtois, Juanfran, Koke y Villa.
Diego Godín abría el marcador al minuto 36. Ramos y Varane no pudieron impedir el seco remate del uruguayo. A pesar del descomunal lance, Ochoa no lograba desviar.
Pero llegaría entonces la bravía reacción merengue. Ramos, Bale, Marcelo y Cristiano Ronaldo escribían la épica y dramática remontada. Voltereta que no hubiera sido posible sin las inconmensurables atajadas de Ochoa.
El mexicano le sacó un mano a mano a Villa, detuvo en la raya un remate de Filipe Luis y le hizo una desviada de otro planeta a Diego Costa que pudo ser el dos a cero en contra. Fue la noche en que paró todo y paralizó a todos. Sin el mexicano, la historia hubiera sido otra. El héroe. El héroe silencioso. No hizo los goles; los deshizo. No todos los héroes llevan capa.
¿Recuerdan aquel fascinante capítulo? No. Yo tampoco. De hecho, nadie. No sucedió y nunca sucederá. Sólo quise imaginarlo porque pudo ser. O mejor dicho, porque debió ser.
Guillermo Ochoa demostró hasta el cansancio que su calidad estaba por encima de todas las camisetas que vistió desde que emprendió la aventura por Europa. En sus manos no quedó y siempre nos cuestionaremos si fue la gestión en el escritorio de su representante lo que falló, si fue el destino, si no tuvo ese golpe de suerte que siempre se necesita o si fue simplemente la zona de hábitat que él eligió. Válido también por cuestiones que tienen que ver con la calidad de vida.
Por condiciones, Ochoa pudo estar en cualquier gigante europeo. Después de Brasil 2014, luego de secar por completo al anfitrión y de enmudecer a todo el Estadio en Fortaleza y a todo un país con ese incesante vaivén de atajadas - incluida la desviada que le hizo a Neymar "a lo Gordon Banks" - más de un club poderoso debió acercarse para ficharle. No me explico por qué no terminó en uno de ellos.
Y como si Brasil no hubiera sido suficiente, cuatro años después volvió a demostrar sus fantásticas cualidades en Rusia.
América hace lo correcto repatriándolo. Llega como figura y también se irá como figura cuando él lo decida. Seguirá siendo el número uno en el proceso de Selección y llegará a Qatar. En México será el jugador a seguir, el taquillero, el que elevará el rating y el que enloquecerá al graderío. Acá nadie le truncó el sueño a nadie. Simplemente se construye uno nuevo.
Con su presencia, gana América, gana la Liga MX; ganamos todos.
Twitter: @CARLOSLGUERRERO |