Vengo a hablar de esta manera diferente de sentir los colores, el hacer de tu equipo parte de tu vida. Es el levantarte temprano el día del partido, elegir la playera que te acompañará y comenzar la caravana, en donde al ritmo de los bombos y trompetas la calle se convierte en una fiesta en movimiento.
Brincar, bailar y cantar es el ritual perfecto para los dioses del futbol que de a poco te llevan al recinto mágico llamado estadio.
La adrenalina está al tope, los sentimientos a flor de piel, ves salir del túnel a tu equipo, ahí comienza la verdadera fiesta.
Con el paso de los minutos la adrenalina sube, cae el primer gol, que lamentablemente es en contra. Pero el ánimo de la barra sigue intacto y para demostrarlo gritan y brincan más fuerte.
El segundo tiempo inicia y siguen los cánticos de guerra, van 25 minutos y cae el primer gol de tu equipo, la grada norte es la locura.
Falta un minuto para que termine el encuentro y en un contragolpe, llega el gol de la victoria, miles de vasos de cerveza vuelan en los aires, volteas a tu lado y abrazas al primero que encuentras, el abrazo de gol a un desconocido es el ejemplo más firme de la felicidad.
Escuchas el pitazo final, se ganó el duelo y la felicidad invade a la grada. Esto señores no es solo futbol, es un estilo de vida.
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