Aunque salgan a la luz los defensores de las causas perdidas y los que tienen temor a que ciertos futbolistas les retiren el habla, lo sucedido al final del Clásico Nacional es un tema que se debe tocar y no dejar pasar por alto.
Comencemos por lo siguiente: nadie está pidiendo que los jugadores al término del encuentro se líen a golpes, que se hagan cortes de manga para enfatizar la rivalidad (cada vez venida a menos) o que armen una batalla campal.
Tampoco nadie les pide que se retiren el habla, que nunca más se vuelvan a extender la mano, que no se volteen a ver o que no se den un abrazo amistoso después de la partida. Nadie.
No le busquen por ahí. No intenten desarmar el fondo de la crítica con tan estériles comentarios. Jamás la violencia será el camino adecuado.
Hay algo que se llama vergüenza deportiva y también algo que se llama respeto. Valores que el futbolista siempre debe tener en cuenta. Saber que hay un "Gonzalo" llorando de tristeza y un dueño o inversionista frustrado.
Ver la desfachatez con la que algunos se relajaron tras la derrota es más que suficiente para encender los ánimos. Y más cuando ante el acérrimo rival, moriste de nada. Cuando no metiste ni las manos como no lo has hecho de acuerdo a la estadística en los últimos diez Clásicos.
Sólo les faltó hacer un picnic en el círculo de la cancha y comenzar la velada a la luz de la luna con fogata y bombones. Las risas, las carcajadas, el buen ambiente y la camaradería ya estaban; faltó únicamente el pan, un buen tinto y el jamón serrano.
Y aclaro, podrían hacerlo, tendrían todo el derecho de hacerlo, porque la amistad no entiende de camisetas y pasiones... sólo que en alguna casa, en el vestidor, en el túnel o donde ningún aficionado los pudiera ver.
¡Vienes de perder contra el América! Hay códigos (algo tan sonado en el gremio de los futbolistas) que jamás se deben romper y uno de ellos es el respeto hacia una rivalidad histórica, por más erosionada que se encuentre.
No hagas cosas buenas que parezcan malas. Punto.
Y tampoco es para satanizar el caso ni para sobrepasar las críticas hacia los jugadores. Sólo una mera apreciación.
Por cierto, que todo la escena descrita, no maquille lo sucedido en la cancha. Chivas volvió a ser el equipo de siempre. Falto de ideas, de intensidad y, sobre todo, de futbol.
Resulta tremendamente preocupante que ni siquiera el factor motivación, por el simple hecho de jugarse un Clásico, les haya hecho cambiar el chip. Y debe ser verdaderamente alarmante caer así, ante una versión nada extraordinaria del América.
Si para el Guadalajara existía una oportunidad de ganar el Clásico Nacional, era ahora. Pero no, me queda claro que al interior de Chivas todo es risa y diversión, y que lo que sienta el aficionado... les importa nada.
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