Así como existen futbolistas que refrescan una Liga, hay campeones que renuevan al futbol mexicano, aficiones incondicionales que merecen siempre un poco más y directores técnicos que aligeran el vistazo hacia las bancas. Monterrey es un gran ejemplo en el 2019, su mejor año en cuanto a títulos se refiere.
Sí, supongo que a la afición Tigre no le hace muy feliz observar a su acérrimo rival en el podio de la Liga (femenil y varonil), la Concacaf y el Mundial de Clubes, pero no tengo la menor duda que al futbol regiomontano le vienen muy bien estos títulos Rayados, tras la aplastante década felina en la Liga.
Monterrey ha sido el equipo exigido, el forzado, el agotado, el inesperado y hasta el desahuciado este semestre... pero también ha sido el carismático, el sorpresivo, el equilibrado, el bien dirigido y el contundente cuando fue necesario...
El que tuvo contra las cuerdas al mejor equipo del mundo y el que estuvo contra las cuerdas contra el hoy desafiliado Veracruz. Rayados ha sido capaz, en muy poco tiempo, de anotarle cinco al líder del torneo, en un solo partido de Liguilla, como incapaz de ligar tres pases seguidos en el primer tiempo de la final... y después ganarla. Monterrey ganó un partido de los últimos seis que dirigió Diego Alonso, y cuatro (con dos empates) de los primeros seis que dirigió el "Turco" Mohamed. No es bipolaridad, es capacidad de recuperación en el momento más necesario.
La institución rayada tuvo la precisión de cortar en el momento exacto y coser con el hilo adecuado. El cuerpo técnico tuvo la virtud de reemplazar al centro delantero caído, con el atacante correcto y a quien dio la libertad de ser gran protagonista... pero además el plantel tuvo la sabiduría de creer que, sin importar la alineación, era fundamental clasificar para convertirse, de inmediato, en serio candidato al título con todo lo que correspondía... y de comprobar que la gran actuación ante Liverpool no era un espejismo, sino por el contrario, una realidad que les impulsó hacia el campeonato de Liga a su regreso.
Tantas veces se repitió el valor de Monterrey, como el equipo más caro del continente, que parecía una obligación ganar cada competencia. No, no es una hazaña lo que han logrado, pero cuando han existido tantos imprevistos a lo largo del recorrido, es extremadamente complicado cumplir con las expectativas.
No pretendo comparar las formas en que ambos equipos regios lograron sus campeonatos de Liga en el 2019, pero el dramatismo y la espectacularidad con que Rayados lo ha conseguido, sin duda lo vuelve especial y justifica cualquier muestra eufórica de celebración.
Lo que yo pueda escribir acerca de un equipo regiomontano, difícilmente pasará de una simple percepción. En Monterrey se vive el futbol de manera distinta y deducir desde mi opinión el cómo, el por qué o el cuándo, sólo sería una invasión.
Hay futbolistas que refrescan la Liga de un país, hay campeones que renuevan la costumbre de reconocer a los mismos ganadores, aficiones siempre dispuestas a responder y técnicos que da gusto verles ganar cuando lo hacen. Monterrey no sólo ha trabajado detalladamente para conseguir todo lo anterior, sino que además merece un inicio de año como el que vive.
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