Abro Twitter. Cinco o 10 segundos de deslizamiento a la pantalla para echar un ojo al "timeline", son más que suficientes para darme cuenta que cualquier motivo basta, por mínimo que sea, por justificado o injustificado que sea, para que las conversaciones luzcan como un bombardeo virtual de ira descontrolada y expansiva. Duelen los ojos.
Parecería una desesperada competencia donde el "ganador" es aquel que logre pulir, perfeccionar, redondear o potenciar la publicación anterior. Quiero pensar que por cada palabra, por cada insulto (entre más corriente y más hiriente mejor), el autor recibe 100 pesos como bonificación por el esfuerzo supremo. Sólo así entendería la necesidad de atacar, morder y no soltar.
Apenas se anuncia el regreso de Hugo González a Rayados y comienza el lastimoso "torneo" de bajezas en el bosque del anonimato para ver cuál publicación resulta la más cruel y lapidaria.
Le han dicho de todo al guardameta. Le han hecho sentir lo que es el repudio sin pensar en las afectaciones que esto puede generar. No se vale.
Decía Umberto Eco, escritor, ensayista y filósofo italiano, que las redes sociales dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes sólo hablaban en el bar sin hacer daño a la comunidad después de beber un vaso de vino. Gente que era silenciada rápidamente, pero que ahora tiene el mismo derecho de hablar que un Premio Nobel. "Es la invasión de los idiotas", enfatizó.
Crítico cultural, autor de numerosos artículos sobre semiótica, estética y lingüística, Umberto Eco murió a los 84 años. Su biblioteca personal reunía casi 50 mil volúmenes. Estudió derecho y se doctoró en letras. Credenciales suficientes como para reflexionar respecto a sus posturas sobre los tiempos de convulsión y agitación social que vive el mundo.
En el 2015, manifestó que las redes sociales son un instrumento peligroso porque no permiten saber quién está hablando. Eso le preocupaba a Umberto Eco. ¿Quién está detrás del que se pone al "tú por tú" con un ganador de un Premio Nobel? ¿Qué ha hecho el que desprestigia desde un sofá, al que está trabajado arduamente desde antes que amanezca?
"El drama de internet es que ha promocionado al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad".
El escritor italiano nunca escondió su sentir sobre lo espinoso que se torna el panorama si se eligen las palabras y las formas equivocadas o si se antepone el insulto antes que el diálogo.
"Ahora todos los que hablan, incluyendo a los locos y los idiotas, tienen derecho a la palabra pública".
Cuánta razón. Justo en el mismo conducto donde la frustración y la amargura navegan pudriendo todo a su paso, las ideas brillantes y los juicios sanos, quedan embarrados, rezagados y sin opción de salir a flote.
Es el "juego" de la transgresión y la ofensa virtual que a muchos les fascina ante la ausencia de argumentos.
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