Cruzando la Cinco, la Diez, la Siete y la Ocho, se llega al cielo: es como atravesar paredes de almas. Incansables detrás del marco o resistentes de cara al sol, nuestras puertas reciben todas esas cosas que fue olvidando el futbol: los papelitos al viento, la camisa de la cábala, la murga entonada, su población abanderada, la cerveza derramada, la vida en un grito, el sudor en la cara, el olor de un equipo, la piel erizada y un nudo en la garganta.
Con todo respeto para el Covid-19, al que venceremos, no hay nada más contagioso que el ambiente de nuestro Glorioso. La última vez que lo vimos estaba sin gente, era como mirar un estadio retirado, jubilado, impaciente.
En las últimas horas, la intrépida afición de León atendiendo al ronco rugido de su cancha, volvió a cruzar las puertas de la pasión llenando sus gradas. Miles de personas atravesaron las redes y corrieron por el ancho de banda: volvieron a su estadio del alma.
Con todas sus carencias y experiencias, el viejo estadio nos enseñó el camino para volver a casa. Siendo el viernes 15 de mayo del 2020, el Club León certifica que su afición, comprando boletos digitalmente, logró llenar su estadio en medio de una pandemia para ayudar a mucha gente. No sé si sea el único o el primero en lograrlo, lo que sí sé, porque se siente, es que la afición de este equipo, es la más valiente.
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