La fórmula no era de Einstein ni de ningún otro científico o Premio Nobel de Química o de Física. Era muy sencilla: juega bien y estarás más cerca de ganar... Y ¿por qué no? también de ser campeón. Pero el León ha probado, en "carne propia" que, al menos en el futbol, "X no es = Y" y que hay otras muchas fórmulas que se dirigen a un relativo éxito.
No tiene la misma atención mediática que la mayor parte de sus perseguidores, pero juega mejor que todos ellos juntos. No tiene nada seguro porque en el futbol del mundo, y quizá más en el México, el que mejor juega no tiene la garantía de ser el campeón.
El León de "Nacho" Ambriz lo sabe muy bien. Ha jugado y ha mantenido en un nivel extraordinario en los últimos tiempos, mejor que nadie en México, y no ha podido reflejarlo con un campeonato. Nadie puede garantizarles que esta vez será diferente.
La temporada del León es "bestial". Ha ganado 11 de 15 partidos, sólo ha perdido un juego, tiene 23 goles anotados por sólo 11 recibidos, y lo que es aún más importante: vale la pena tomar el control de la televisión y sintonizar un juego del León. Su futbol es sinónimo de espectáculo. Así como es el mejor equipo, también cuenta con el mejor futbolista del momento: Luis Montes ha mostrado que, a los 34 años, está en el mejor momento de su carrera profesional. Gran parte del futbol de los verdes pasan por sus piernas y por su inspiración.
El León no tiene el potencial mediático del América, de las Chivas, de los Pumas, del Cruz Azul y quizás tampoco el de los equipos de Monterrey. Es un cuadro viejo, tradicional, histórico del futbol de México, pero sus reflectores alcanzan sólo una trascendencia geográfica local.
A Ambriz hay que reconocerle su intención de no sólo enaltecer el resultado de un partido. Para él, para su filosofía y para su comprensión del juego, son tan importantes las formas como las consecuencias del mismo.
El León juega con una responsabilidad para con su tribuna. No olvida que una de sus más trascendentales misiones -si no es que la mayor de todas- es entretener a quienes siguen un juego de futbol.
Todos conocen, sin embargo "las reglas" del futbol mexicano". Hay que buscar un puesto entre los 8 mejores del campeonato regular y luego jugar un torneo diferente que es una Liguilla.
¿Qué tan disímbolo es ese torneo de Liguilla? El León lo ha probado directamente cuando su rendimiento o capacidad para ganar no encuentra la misma repercusión que colecciona en el certamen regular. No sabemos si esta vez las cosas serán diferentes.
Parece un equipo sólido "de pies a cabeza", que sabe defenderse, desplegar el ataque y hacer daño al contrario. Tiene jugadores en gran forma. Además de Montes, el portero Cota, el multifuncional Navarro, el central colombiano William Tesillo, el chileno Meneses, el ecuatoriano Mena, el costarricense Campbell y hasta el argentino Gigliotti, quien poco a poco se ha metido en el ritmo y el nivel del cuadro.
El 26 de mayo del año pasado (el 2019, conocido ya como "A de la P" -antes de la pandemia-) el León jugó mejor que Tigres y terminó perdiendo una de las Finales más aciagas que se recuerden en la historia moderna del futbol mexicano.
Nada, insisto, puede asegurarnos que ello no volverá a a ocurrir, pero esperemos que Ambriz y sus futbolistas hayan aprendido de aquella amarga experiencia.
Cualquiera puede pasar en la Liguilla. Hay clubes como el América o como Tigres que, basados en sus individualidades y en su experiencia y jerarquía, pueden echar a cualquiera.
El León debe seguir tratando de jugar lo mejor que pueda, de entretener a los aficionados porque tarde que temprano descubrirá y se encontrará con una "justicia divina": Aquel que juega mejor debe ser el campeón.
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