Ahora que están sin jugar, sería bueno que los futbolistas se pusieran a leer.
Así como han proliferado los buenos escritores que sin empacho alguno confiesan su pasión por el futbol, bien harían los jugadores, en sana correspondencia, en ponerse a leer empezando con las distintas obras de algunos de esos grandes escritores futboleros.
Si durante décadas fue mayoritario, casi unánime el menosprecio de los intelectuales hacia el futbol, hoy por hoy resulta refrescante la postura que varios han asumido con respecto a este maravilloso juego.
Como Juan Villoro, principal exponente mexicano en ese rubro. O como los españoles Javier Marías y Enrique Vila-Matas, o los uruguayos Eduardo Galeano y Mario Benedetti, o los argentinos Eduardo Sacheri, Osvaldo Soriano y Roberto Fontanarrosa.
Por hablar solamente de escritores de altos vuelos que en castellano viven o vivieron su pasión por el futbol, y que en algunos casos han plasmado en su obra, en mayor o menor medida, la huella de este juego.
Si para ser mejor futbolista mucho ayuda ser mejor persona, y si en esa lógica ponerse a leer sería un buen inicio, lean cualquier cosa que de futbol haya escrito Juan Villoro, desde Los once de la tribu hasta Balón dividido, pasando por Dios es redondo e Ida y vuelta, elaborada esta última en conjunción con otro gran escritor argentino igualmente futbolero, Martín Caparrós.
De Galeano resulta indispensable leer Futbol a sol y sombra, memorable ensayo convertido en referencia ineludible en este ámbito.
O lean, de Sacheri, sus novelas Papeles en el Viento y La pregunta de sus ojos; o cualquiera de sus cuentos: Me van a tener que disculpar, Una sonrisa exactamente así, La vida que pensamos, De chilena... y muchos más.
O léanse lo más futbolero que encuentren de Fontanarrosa o de Soriano. O lean los Sueños de Fútbol de Jorge Valdano, un auténtico futbolista intelectual, enaltecedora contraparte y enriquecedor complemento de los intelectuales futboleros.
Estilizado con las elegantes plumas de estos magníficos escritores, está el futbol como pretexto para entender otras cosas, para asomarse a veces a temas más importantes, de mayor trascendencia.
Novelas, cuentos y ensayos devenidos lectura obligatoria para quienes disfrutamos con la combinación del futbol inteligentemente percibido y la exquisita literatura para profundizar en el misterioso océano de sentimientos y reacciones que ese futbol genera.
Si con todo lo anterior no los convenzo, a los futbolistas interesados en leer sólo me quedaría decirles, en síntesis, algo parecido a lo que por medio de un soneto me dijo mi bisabuelo poeta al irrumpir en uno de mis sueños en El ilustre pigmeo: El futbol y la lectura me parece bueno y sano conjugarlos con tersura, caminando de la mano. Que así lo hagas no me apura, lo percibo muy humano, pues conozco la cultura de este mundo mexicano. Haces bien, eso sí "engancha", enriquece tu quehacer, alimentas a tu ser, tu saber así se ensancha... nada más con que en la cancha no te pongas a leer.
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