Se ha llegado a la mitad de la Fase Regular de un torneo de mediano nivel.
Al enfilarse hacia el segundo tramo de esa Fase Regular, para no variarle la irregularidad es la regla.
Ni siquiera equipos tan poderosos como el América, los Tigres y el Monterrey, garantizan en cada partido un mínimo de rendimiento.
Por no mencionar a los que en teoría cuentan con menores alcances (aunque en la práctica tengan la oportunidad de demostrar lo contrario), como las Chivas, el Pachuca, el Santos-Laguna, los Xolos o el Toluca.
O a los que de antemano se suponía que no aspiraban a mucho, como el Atlas, el San Luis, el Puebla, los Bravos, el Querétaro, el Mazatlán o el Necaxa.
Ayer se jugaron 5 de los 9 partidos de la Jornada 9, y en los restantes 4 que hoy se juegan estarán en las respectivas canchas los 3 equipos que después de 8 jornadas encabezan la Tabla General (¿o al término de la novena se dirá que la encabezaban?): · El León, el mejor de todos hasta el momento, que hoy recibe a unos Tigres cuyo potencial sigue siendo mucho mayor que el indicado por su inestable rendimiento.
· Los Pumas, evidentemente de menos a más, cuya meritoria y sorprendente condición de invictos corre peligro esta noche, a pesar de la notoria pérdida de peso de esa cancha lagunera en los tiempos recientes.
· Y el Cruz Azul, que será anfitrión del Pachuca y que de sus 8 partidos jugados sólo salió debiendo en 2: en su reciente "bache atlista" y en aquel "precipicio queretano" en el que eludió la goleada pero no la derrota.
Entre otras cosas, esa abrumadoramente mayoritaria inconsistencia en el desempeño de los equipos (no porque a veces ganen y a veces pierdan, sino porque a veces juegan y a veces dejan de jugar) propicia una similar inconsistencia en los diagnósticos emitidos por doquier semana tras semana, jornada tras jornada.
Gobernados por el simplismo de los números y por los resultados en turno, los comentarios van dando los mismos tumbos que los sufridos por los equipos al desplegar su futbol en la cancha y al dejar de desplegarlo.
Así escuchamos, una y otra vez, que el equipazo de la semana pasada es el desastre de ésta, o que un mismo director técnico está entre los mejores en la historia de nuestro futbol... o que no sirve para nada.
Tal vez el indudable rezago en lo que se refiere al nivel de profesionalismo de los futbolistas sea el factor primordial de las inestables actuaciones; y obviamente es la pobre percepción del juego (muchas veces conjugada con la tendenciosa intención de responder a determinados y muy particulares intereses) lo que convierte en simples veletas a innumerables críticos o aspirantes a tales.
Veletas lastimosamente orientadas por el simplismo de los resultados, y no -como deberían serlo- por los vientos del buen futbol.
De la imperdonable y alarmante irregularidad endémica en el desempeño de los equipos, a las cambiantes críticas de la mayoría de los "observadores" del juego.
Cosas del peculiar futbol mexicano y de sus altibajos y vaivenes.
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