Gracias a The Last Dance tuvimos acceso al entorno de los Toros de Chicago de los 90, resaltando el enorme espíritu de competencia que tenía Michel Jordan y la forma en la que buscó permear esa actitud a sus compañeros.
Es entendible que en un deporte de conjunto nadie debe estar por encima del equipo, algo razonable si consideramos que la unión de fuerzas y talentos incrementa la posibilidad de tener éxito, pero en el caso de los Bulls, evidentemente gran parte de su éxito se fincó en el aporte de talento, voluntad y disciplina que ofrecía Jordan y su mentalidad altamente triunfadora.
Hay ejemplos de jugadores que han sido importantes en sus respectivos equipos, (Pelé, Messi, Brady), y eso pasó en Chicago, y no fue casualidad que los logros más importantes en la historia de esta institución se lograron en la etapa de mayor lucidez y madurez de Jordan.
Michael supo aprovechar la calidad de jugadores que tuvo a su lado durante ese lapso para engrandecer su figura sin llegar al egocentrismo, y ser reconocido y admirado por todos los que tuvimos la fortuna de verlo jugar.
Su legado es majestuoso, con él inició la era de la mercadotecnia en los deportes de alto rendimiento y su marca aún es una de las más vendidas y conocidas en el mundo.
"En esta vida nadie es indispensable", excepto Michael Jordan.
Twitter: @EdgarLeija13 |