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Gignac y Boy
Carlos 'Warrior' Guerrero | 30-07-2019
en CANCHA
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Retarse verbalmente o liarse con un adversario a través de manotazos no es lo que debe hacer un técnico. Un estratega está para dirigir a su equipo, para tomar decisiones, para motivar a los jugadores, para ejecutar al pie de la letra el plan ensayado o para reinventarse en un mismo juego según sean las circunstancias.

Lo que hizo Tomás Boy no estuvo bien, pero, por increíble que parezca y por ilógico que se escuche, tampoco estuvo mal. Boy, tras gritonearse con Gignac, encendió - al interior de cada uno de sus jugadores - el botón que les reactiva el corazón para bombear sangre con mayor potencia. Absorbió la presión de lo que estaba en disputa (sí, Chivas se juega una Final en cada partido) e incitó a los suyos a hacer en la cancha lo que él no puede hacer desde el banquillo: pelear por la causa rojiblanca.

No justifico, pero comprendo a Tomás. Enfrente estaba Tigres, equipo que desde hace tiempo ha dejado de ser indiferente. Cada vez levanta más ámpula, cada día genera mayor escozor y cada vez pesa más. Hoy ganarle a Tigres "viste". Verlo derrotado representa mucho para el vencedor.

Para Boy, no sólo era medirse ante Tigres, era tener enfrente a André-Pierre, que en cuestión de días romperá la marca histórica de goles ( y pudo ser ahí mismo, ante sus ojos). No se dio. Tomás ganó por ahora una batalla que en realidad jamás perderá. El técnico sigue siendo una de las grandes leyendas de Tigres y nunca dejará de serlo.

Tanto Gignac como Boy por siempre tendrán inscritas con letras de oro sus nombres en la historia de Tigres. El juego simplemente se calentó y ambos perdieron el control como pudo haberlo perdido cualquier otro jugador.

Chivas mejoró y a Tigres la expulsión le afectó. Carlos Salcedo sigue siendo un futbolista de buenas condiciones, pero que no deja la granada en casa. La sigue llevando a todos los partidos. La porta en la mano y la aprieta con el puño. Granada que en cualquier momento le explota alterándole sus emociones.

Chivas mostró coraje y ambición. Fue consciente de que era obligatorio el triunfo, que sería una buena señal pegarle a un eterno favorito. Modificó su estructura en la cancha y resultó. Aún está lejos de un rendimiento óptimo, pero siempre se estará más cerca del mismo en la medida que los resultados positivos acompañen.

Si el talento colectivo faltó en algunos momentos, el deseo individual de trascender sacó todo a flote.

Un poco de rivalidad a nadie le hace daño. El espectáculo se refuerza. El linchamiento virtual a Gignac y a Boy por el ejemplo que dieron a los niños y jóvenes, tampoco es la vía correcta.

Los buenos ejemplos deben estar y buscarse en casa. En lo que enseñan los padres a los hijos, en lo que dicen, en cómo lo dicen, en lo que escriben, en lo que promulgan y no, en un partido de futbol.

 
Twitter: @CARLOSLGUERRERO
 
 
 
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