André-Pierre Gignac (Martigues, Francia, 1985) no es una persona superior ni a los hombres, mucho menos a la naturaleza. Él sólo se convirtió en eso que no todos los que practican su profesión pueden lograr: ser un futbolista histórico.
De sus números, sus logros, sus récords, las crónicas deportivas ya se han encargado de enmarcarlas. Y nada de esto lo hubiera logrado sin sus compañeros, su entrenador y la institución de los Tigres.
Pero cuando llegó a la ciudad de Monterrey el 22 de junio del 2015, tampoco nadie imaginó que junto al extraño seleccionado francés que prefirió la Liga mexicana sobre el futbol de Inglaterra o Rusia, llegaba un joven con sensibilidad para ayudar, cosa poco común en un futbolista.
A lo largo de cuatro años, André, siempre alejado de los reflectores, se ha comprometido de manera seria con las causas nobles.
Algunas de ellas las conozco por testigos que divulgaron los hechos.
Desde niños en etapa terminal, jóvenes que sufrieron accidentes, hombres de la tercera edad sin amparo, becas y aliento, Gignac, siempre anónimo para la sociedad, ha sido bondadoso con los necesitados.
El otro día escuché a un colega, cómodo desde la distancia geográfica, reclamar a los regiomontanos por apapachar de forma exagerada al francés y tolerar sin crítica alguna sus desplantes en la cancha, haciendo énfasis en el último frente a las Chivas y Tomás Boy.
Sin duda que Gignac no es un hombre perfecto. De hecho está muy lejos de serlo, pero poco importa sus malos desplantes cuando en la ciudad de Monterrey se desgasta ayudando gente.
Señores, así es como el ídolo toma alturas de héroe, y un héroe lo es en todos sentidos y maneras, pero ante todo, en el corazón y en el alma. La figura número 1 de la Liga MX se llama André-Pierre Gignac, pero muy pocos saben el porqué.
Mejor hablemos de cancha. La agradable evolución táctica que hasta hoy muestra el campeonato, la resumo en dos acciones muy colectivas de los equipos protagonistas: uno, sacar el balón del fondo, y dos, recuperar la pelota lo más cerca del marco rival.
Y de la estrategia de recuperar lejos de mi portería, el líder Santos se distingue, sobre todo frente al Atlas (2-1). De igual forma el América ahogó a los Xolos en su terreno (3-1), lo mismo que Rayados al León para remontar un 2-0 y, sobre todo, los Pumas en los primeros 35 minutos frente a los Tigres, mismos que terminaron aprovechando la expulsión de Angulo para sacudirse el dominio de los dirigidos por Míchel.
PD: Hasta hoy, la presión alta es el nombre del juego.
Lo escrito, escrito está.
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