El futbol, por decreto, porque al pueblo, en crisis, no hay que dejarle nunca de dar pan, circo... y futbol.
Casi lo puedo asegurar. Entre las autoridades futbolísticas y las de salud se han confabulado para colocar "el semáforo en verde" -para hablar en el "idioma oficial"- a pesar de que las condiciones de la pandemia en el País señalan hacia un momento crítico. No se debería jugar al futbol. Las condiciones no son las propicias. Hay un grado importante de irresponsabilidad en la decisión. Hay vidas humanas en juego.
Existe una ferviente necesidad en cuestiones económicas. Muchos de los clubes están operando en "números rojos" y algunos de ellos se acercan a una condición de "bancarrota". Esos mismos problemas que tiene el futbol profesional, los tienen también la mayor parte de las industrias en el País y en el mundo, pero en México hay un tema siempre cargado de una presión social y al mismo tiempo política. Y he ahí la preocupación.
"Desde este lado, no vemos impedimento alguno para que el futbol reinicie en las próximas horas". Esa frase se desprende desde las oficinas der la Secretaria de Salud. El Gobierno da el visto bueno cuando debería ser la autoridad que llame a la prudencia. El futbol, necesitado, urgido, acepta gustoso el espaldarazo. Al mismo tiempo, las pruebas positivas aumentan dramáticamente en los clubes. El juego inaugural, entre San Luis y Juárez, aplazado porque el equipo fronterizo llegó a tener, en apariencia, casi 10 positivos en el plantel. Horas más tarde, Mazatlán también decide aplazar su presentación a la espera de pruebas. Esto es un caos.
El futbol vuelve en México como un ejemplo de lo que fueron capaces de hacer las famosas Ligas europeas. Los tiempos y las situaciones de la pandemia eran, sin embargo, diferentes en Alemania, España, Italia, Inglaterra y Portugal en comparación con lo que estamos viviendo en México. El gobierno francés decidió que ni siquiera la disminución en los números de la pandemia garantizaban la seguridad de los futbolistas y de los entrenadores y optó por dar como finalizada la temporada. Lo mismo sucedió en Holanda y en Bélgica.
Como sucede casi siempre en el futbol mexicano, los futbolistas, la materia prima del juego, son los últimos en tomarse en cuenta. ¿Les han preguntado, acaso, a los jugadores si desean atravesar por ese riesgo en el que también se verán involucrados sus seres más cercanos? Entiendo la frase de Guillermo Almada, el entrenador santista: "Si no morimos de Covid-19, moriremos de hambre", pero éste es un tema de salud, y ningún interés ni económico, ni deportivo, ni social, ni político debe estar por encima de la vida de un ser humano.
Alguien tiene que hacerse responsable de esto. ¿Quién lo hará? ¿Yon de Luisa? ¿Enrique Bonilla? ¿Los dueños de los clubes? ¿El doctor López Gatell? Creo que el Gobierno tiene suficientes problemas ya como para atender un asunto privado como lo es el futbol que, se supone, es una empresa con responsabilidad social.
Nunca había visto un futbol tan "positivo" como el mexicano, tanto en contagios como en el deseo de seguir adelante a pesar de los inconvenientes. Está claro que se han confabulado ambas partes, la de la necesidad como la del interés político y social. El futbol, por decreto, porque al pueblo, en crisis, no hay que dejarle de dar pan, circo... y futbol.
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