Ninguno de los 2 clubes que más gastan en el futbol de México puede sentirse tranquilo y mucho menos satisfecho con la temporada que hicieron. Para decirlo como realmente corresponde: Rayados y Tigres han fracasado. Punto. No hay justificación que valga.
Había 4 premios para un grupo exclusivo de equipos a raíz de los cambios que el futbol mexicano planteo en su sistema competitivo para esta temporada. Nadie imaginaba que los poderosos clubes norteños no estarían ahí. Y ha sido parte de su ineficacia y de su inconsistencia, sin que haya una justificación válida para ello.
Tigres no le pudo ganar en la última fecha a un cuadro como el Atlas que juega en la Primera División, pero cuyo nivel, en realidad, podría pertenecer al de la Liga de Expansión. El equipo de Ferretti ha tenido una campaña terrible, de acuerdo con lo que vale y presume su nomina. Parece increíble que su futbolista estrella, André-pierre Gignac, salga a reclamar una decisión arbitral y una determinación del VAR antes de tener una autocrítica contundente del pobre desenvolvimiento de él y de sus compañeros.
Tigres no tiene disculpa. Durante la mayor parte del torneo fue un conjunto inexpresivo, monótono en su funcionamiento y alejado del nivel que debe pregonar el equipo más laureado y poderoso de la última década en el futbol mexicano.
Y Rayados no se queda atrás. Recién venía lleno de elogios por haber levantado la Copa MX ante un débil y lamentable equipo de Tijuana que nunca fue rival. Y el cuadro de Mohamed parecía dominar la escena en el estadio de Chivas, pero decidió especular con la ventaja mínima cuando faltaban algunos minutos y el Guadalajara le dio la vuelta y terminó venciéndole con un marcador inobjetable y contundente, 3-1.
Este Rayados no puede ir de la gloria a la vergüenza en tan poco tiempo, como lo hizo hace algunos meses, cuando del campeonato que le ganó al América en el Azteca terminó en la penosa situación de ser el último de la Tabla general en un torneo en la décima fecha que, para su fortuna, fue anulado. Mezquino, tacaño y hasta llegar a miserable. El valor y la gravedad del epíteto debe elevarse para una nómina que ha sido declarada como la más alta en la historia del futbol mexicano.
Tigres y Rayados han completado un torneo regular que debe ser catalogado como una pérdida. Que pueden enmendar el rumbo a partir de la Reclasificación y terminar tapándonos la boca con la consecución del tituló, es un hecho inobjetable, pero no disculpa su decepción en el campeonato.
Por años, los equipos de Monterrey y su gran cantidad de "jilgueros" -los tiene como los tiene el América y otros- han pedido un tratamiento justo y equitativo, un tratamiento acorde a su poder futbolístico. Si Tigres y Rayados quieren que lo juzguemos como lo que son -"grandes"-, deben aceptar la responsabilidad de sus acciones. No hay justificación que valga para su temporada y para el hecho de que no hayan sido capaces de quedarse con uno de los boletos directos a la Liguilla.
Tigres y Rayados fracasaron. Punto.
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