Cuando los Patriotas dejaron libre a Tom Brady al término de la campaña anterior, muchos supusimos que el veterano mariscal de campo la pasaría mal en su nuevo equipo y que Bill Belichick encontraría la forma de hacer competir a la escuadra de Nueva Inglaterra.
A pesar de que Brady llegaba a una organización dispuesta a invertir para darle recursos de sobra a la ofensiva, había la duda de qué tan fácil podría adaptarse a un nuevo sistema tras dos décadas de jugar bajo el mismo esquema en Foxborough.
Mientras tanto, y muy a pesar de la evidente falta de talento, simplemente asumimos que, como de costumbre, Belichick, tendría un plan para volver a ser contendiente en la Conferencia Americana.
Por ahora, y aunque todavía estamos a la mitad del calendario, la realidad es muy distinta. Tom Brady y los Bucaneros son uno de los mejores equipos de la NFL, favoritos para ganar su división, y con posibilidades reales de convertirse en el primer equipo en la historia de la liga en jugar el Super Bowl en su estadio.
Mientras tanto, los Patriotas han ligado cuatro derrotas por primera vez en muchos años, y parecen no tener los recursos para evitar que Búfalo termine con su larga racha de títulos divisionales.
Ahora bien, a diferencia de la mayoría de los equipos en la NFL, Bill Belichick no solamente es responsable de lo que pasa dentro del campo, sino también, en su carácter de gerente general, del estado actual de la organización en términos de talento.
Y aunque sigo pensando que nadie es mejor que él como entrenador en jefe, su trabajo "en la oficina", desde hace varios años, ha dejado mucho que desear.
Puedo estar equivocado, pero la fórmula que Belichick y Robert Kraft diseñaron para hacer de esta una de las franquicias más ganadoras en la historia del deporte profesional de los Estados Unidos, parece haberse agotado.
Belichick tendría que pensar en dedicarse de tiempo completo a su trabajo dentro del campo de juego, y Kraft tendría que buscar un nuevo gerente general con la suficiente personalidad y carácter para poder establecer una relación de confianza y respeto con Belichick.
El legado de Bill Belichick es único y su lugar en el Salón de la Fama, está asegurado.
Por lo tanto, no dudo que antes que aceptar su fracaso como gerente general y renunciar al puesto, prefiera retirarse.
Sin embargo, creo que el proceso de reconstrucción del equipo podría ser mucho más exitoso si él decidiera quedarse y prolongar, al menos unos años, la que ha sido la mejor carrera de un entrenador en jefe en la historia moderna de la liga.
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