Los vendedores tenían esperanzas, pero no hubo despistados. FOTO: Especial

Sin afición, al Estadio Olímpico se le va el alma.

Dos vendedores de papas y uno más de tacos de canasta asistieron ayer a CU para esperar la llegada de algún seguidor despistado que se diera cita en el duelo, a puerta cerrada, entre Pumas y Cruz Azul en la Copa por México.

Si bien lo tenía claro, Santiago Aguillón colocó su puesto de papas, cerca del estacionamiento 4 del Olímpico Universitario, y desde la 1:00 p. m esperó paciente la llegada de algún aficionado.

Ese carrito de papas es la principal fuente de ingresos para Santiago, a quien la pandemia de Covid-19 le está pegando con todo en el bolsillo. Sin gente en el estadio, la tarea es casi titánica.

"Vine porque pensé que vendrían algunos aficionados, a veces no faltan. Pero entre que el partido es a puerta cerrada, y la lluvia, no se paró nadie por acá.

"Yo vengo todos los domingos cuando Pumas es local, pero ahorita sí nos está afectando mucho, este es mi único ingreso", dijo Santiago a CANCHA.

El vendedor fue de los pocos que apostó por presentarse. La Rebel no se colocó en el túnel a desnivel donde cada 15 días arma su carnaval previo a los partidos del conjunto auriazul, su puesto de playeras tampoco figuró.

El puesto de choripanes, que es casi una religión para quienes asisten a los partidos de los universitarios, también brilló por su ausencia.

El famoso estacionamiento 4, donde los barristas auriazules ejercen la venta ilegal de cervezas, lució desolado.

Ya con el partido en marcha, un grupo de cuatro aficionados ataviados con la playera de Pumas intentaron acercarse al estadio, pero el silenció los alejó. Se asomaron y al no ver quiénes les hicieran segunda, mejor dijeron adiós.