Saca de balance, para el ritmo y se calientan las cervezas cuando el VAR interrumpe un partido durante cinco eternos minutos.
Y también cuando a nuestro juicio hay un error flagrante del central que ya ni con la pantalla puede ser bueno.
El árbitro, con todo y las herramientas que utilice para hacer su trabajo, siempre servirá como descarga moral: es muy probable que si un equipo pierde, parte de la culpa la tendrá el del silbato, como la tiene un maestro con el alumno reprobado.
Arturo Brizio dio a conocer en TUDN, el martes pasado, las cifras del video arbitraje desde que fue instituido en el futbol mexicano.
Nadie podrá llevarlos con más exactitud que la Comisión de Arbitraje: hay que darlos por buenos dada la calidad ética de su titular, los esfuerzos de la Federación y la manera de medir la efectividad de los procesos.
Del Clausura 2019 a la fecha -dos torneos completos, uno truncado y el actual en desarrollo- se han checado silenciosamente por el VAR un total de 3 mil 170 jugadas.
De esas, 455 han necesitado comunicación entre el árbitro y sus video asistentes: poco menos del 15 por ciento, divididas en 111 que se resolvieron mediante el radio comunicador y 344 consultando el monitor.
Hagamos la cuenta de las jugadas que se apreciaron bien desde el inicio: 179. Son casi 100 menos que las rectificadas (277) y por lo tanto sufrieron un cambio de decisión.
Resistido desde el principio por una parte considerable de la familia futbolera en todo el mundo, a fin de cuentas lo importante son los resultados: funciona o no funciona.
Y en eso, el número es favorable: El VAR o la combinación de éste y el árbitro, se ha equivocado 58 veces, pero corregido 334 decisiones que sin la ayuda tecnológica hubieran incidido equivocadamente en el partido.
Era necesario - y lo seguirá siendo- que transcurra el tiempo para saber cuál es la tendencia que marca una innovación. No se puede juzgar en pocas semanas un cambio tan trascendental, que de hecho no funciona aun en todos los países afiliados a FIFA; opera en una minoría de ellos.
Hay jugadas que dan una percepción contraria a la realidad numérica: ese penal decisivo en la Final entre América y Rayados que no se marcó por ejemplo, y que es parte de la contabilidad de errores ya citada.
Existen yerros cuya trascendencia es mayor y afectan esa impresión.
En esta misma columna, quien escribe afirmó hace tiempo que para seguir así, era mejor hacer a un lado el VAR porque no se utilizaba adecuadamente.
Los meses han transcurrido y la tendencia muestra que las cosas son diferentes.
Puede gustar o no, pero eso es otro cantar: si de hacer justicia se trata, los números de Brizio son contundentemente favorables.
¿O tiene alguien otros datos?
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