La voz es el sonido emitido por un ser humano. Se produce en la laringe. El aire procede de los pulmones y es ayudado por el diafragma que, sometido a presión, hace vibrar las cuerdas vocales que a su vez ajustan el tono y el timbre. Todo un proceso maravilloso.
¿Y qué es el silencio? El silencio es la ausencia del sonido. Dicen los expertos que dos minutos de silencio ayudan a disminuir la presión arterial y el ritmo cardiaco. Pero que también puede provocar soledad, sensación de abandono e inquietud.
Pues resulta que la voz y el silencio hoy se conjuntan peligrosamente por las canchas de nuestro futbol y que juntos hacen una mezcla extraña.
Con público en las tribunas (hasta hace no mucho tiempo) era imposible generar un silencio; la voz, los ecos, los gritos y todo aquello que se decía y sucedía en la cancha, era opacado por los altos decibeles provenientes desde la grada.
Pero las cosas han cambiado. Los tiempos han cambiado. Nos hemos adentrado en una "nueva normalidad" que nos exige apertura y sobre todo, paciencia, sensatez y calma.
Durante un lapso considerable, el futbol no se podrá ver como solía verse ni se podrá disfrutar desde un estadio como usualmente se disfrutaba.
Hoy el silencio de la grada nos ha trasladado a otro tipo de atmósfera. Hemos rebasado la línea y el límite impuesto por el mismo juego. Daría la sensación de que estamos dentro de la cancha.
Podemos escuchar el golpeteo al balón, el sonido del músculo sobre el césped en una barrida, las órdenes reiterativas del entrenador y hasta los reclamos que salen por default del jugador al silbante.
Son tiempos distintos. Estamos en plena etapa de adaptación tras la reactivación y es normal que existan detalles que se salgan de las manos. Detalles que parecen mínimos porque no aparecen por ningún protocolo especializado pero que, son y serán fundamentales ahora que la pelota volverá a rodar sólo con cámaras de TV en la tribuna.
Los protagonistas deberán estar conscientes de ello. Sobre todo jugadores, directores técnicos y directivos. Que alguien les diga por favor que se escucha hasta la respiración. Que ahora más que nunca tendrán que cuidarse de cualquier reacción, comentario, reclamo o grito desesperado que supere los 200 hercios.
Ya vimos de lo que es capaz un lente y un buen "boom" de audio, un camarógrafo con sentido periodístico y hasta un solo reportero acreditado para cancha.
Supimos lo que dijo Nahuel, lo que enardeció a Pizarro y cómo enloqueció; lo que respondió Siboldi y cómo reaccionó Ferretti.
Entendimos con absoluta claridad las protestas de Peláez. Pudimos hilar la historia y hasta conocer el desenlace.
Los estadios vacíos jugarán un nuevo papel. El silencio es un nuevo invitado. Y será tan incómodo mientras las voces no aprendan a bajar los decibelios.
Shhh...
Twitter: @CARLOSLGUERRERO |