Crecimos con el "síndrome del Jamaicón". Conocimos el desperdicio absoluto de talento en el caso de Manuel Manzo, y nos estremecimos cuando aquel prometedor jugador del Atlas -César Andrade- perdía la pierna y también su futuro en la cancha en una madrugada de "copas" en el periférico de Guadalajara.
Frente a esos infames ejemplos -y los que seguramente me falta enumerar- hay otros llenos de motivación, de vida y de consciencia. He aquí algunos: Hugo Sánchez y su mentalidad poderosa a pesar de todos los obstáculos; Rafael Márquez y su liderazgo fuera y dentro de la cancha o quizá la persistencia del "Chicharito" para sostenerse y brillar en el máximo nivel del juego. Las "historias malas", venden. Las buenas, también existen.
No comparto la injusta y burda idea de que el futbolista en México no sea un tipo pensante. Hay de todo -como en la viña del Señor- y habrá que apuntar que, con el paso del tiempo, el jugador de futbol en el País se ha vuelto más profesional y más consciente de sus obligaciones, derechos y de sus propias condiciones. Que le falta, es una realidad. Que ha mejorado, es otra.
Un nuevo escándalo nació el fin de semana en Monterrey, cuando el portero de Rayados, Hugo González, decidió realizar una fiesta para festejar sus 30 años de vida. A la reunión asistieron otros futbolistas, tanto de Rayados como de Tigres.
La directiva del Monterrey decidió que ni el portero, ni el atacante Dorlan Pabón harían el viaje a León para el partido de la Fecha 2. Justo en una situación extraordinaria, que requiere de la responsabilidad y la disciplina con respeto al protocolo sanitario, el futbolista camina hacia una dirección contraria. ¿Es un asunto de ignorancia? ¿Es un tema de preparación? Puede ser, pero generalizar sería siempre un error.
Me pregunto dónde está la cabeza de Hugo González, un chico maduro, que ya pasó por la portería del América y que, tras un préstamo al Necaxa, ahora recibe una gran oportunidad de ser el titular en un plantel de lujo como el de Rayados. ¿No entiende que sus actos pueden derivar en una situación grave tanto para su salud como para la de sus colegas de profesión? ¿No percibe, no entiende acaso lo que sucede a su alrededor, en Monterrey, en México y en el mundo entero?
El futbolista mexicano debe entender que los tiempos son otros y que su responsabilidad no empieza ni termina en la cancha. Necesitamos de futbolistas integrales, jugadores profesionales de tiempo completo que comprendan que son ejemplo para los demás y que sepan que todas sus acciones tienen o puede tener, al final del día, una consecuencia.
Creo que el futbol mexicano ha avanzando en ese sentido. Hoy, cuenta cada vez más con generaciones mejor preparadas tanto en lo físico, técnico como en lo mental. El futbolista mexicano de hoy entiende que debe preparase para contender, no sólo en este nivel, sino el que existe y reconoce más allá.
El futbolista mexicano de hoy sabe que vivimos en tiempos donde la tecnología y las redes sociales se han desarrollado a tal grado que, como figuras públicas, no tienen espacio para la privacidad y que deben cuidar su imagen tal y como cuidan el balón en el campo de juego.
El futbolista mexicano de hoy sabe que ser responsable en detalles de su vida -dormir, comer, descansar, cuidarse- pueden ser fundamentales en la competencia que el futbol propone. Al final, no se les pide nada extraordinario. Simple y sencillamente, que honren su maravillosa profesión: la de ser futbolista.
Twitter: @Faitelson_ESPN |