La pérdida de Manuel "Loco" Valdés le duele mucho al futbol.
Genio de la comedia, los espectáculos y la cultura popular, siempre se distinguió, además de su enorme talento, por ser aficionado primero al futbol y por sobre todas las cosas al América.
Sus apuestas con Sergio Corona cada vez que se celebraba un partido contras las Chivas tenían sal y pimienta.
Las más atrevidas, simpáticas y humillantes maneras de poner algo en juego las conocimos a través de ellos dos, que además tenían la gran virtud de cumplirlas puntualmente.
Sergio Corona, entrañable, ha sido más militante activo en asuntos del Rebaño que Manuel de los americanistas.
Eso no es relevante para el peso que ambos tuvieron en una larga etapa de la historia en que su celebridad iluminó al futbol.
La influencia de ciertos personajes ha decidido idolatrías, afiliaciones y militancias.
Enrique Borja ha perdurado mucho más allá de su auténtica posición de ídolo en el futbol mexicano de los 70 porque un niño humilde que nos conquistó a todos lo tenía como su favorito y hace sonar su nombre hasta la fecha. El Chavo, con sus capítulos aún vivos gracias a la gloria de la repetición -diría el gran Ángel Fernández- lo glorifica y da cierta vigencia más de 40 años después de su retiro.
Carmen Salinas es otro personaje que ha atizado ese fuego que le da calor al futbol desde otros escenarios. Jesús Martínez "Palillo" fue otro chiva inconfundible.
Hablemos de famosos: López Dóriga y Diego Luna le van a los Pumas, Jorge Ortiz de Pinedo y Juan Villoro al Necaxa, Rob Schneider y Adam Sandler -so what?- a los Tigres, Adal Ramones a Rayados y a Cruz Azul... ¿quién?
Según el señor Google, Inés Sáenz, Alex Lora y Martha Higareda. Agreguemos a Xóchitl Gálvez.
Algunos de ellos son muy visibles y destacados en sus campos de acción, pero no alborotan el gallinero como esos personajes heredados de antaño sin sucesores.
No volteamos a verlos cuando viene un partido importante, no esperamos su siguiente apuesta o el punto de vista partidario.
En muchos de esos casos, ni siquiera los tenemos tan identificados con sus respectivos colores.
Mas allá del homenaje al "Loco", podríamos intentar contestar la pregunta: ¿se acabaron ese tipo de personajes dominantes, queridos y trascendentes porque el futbol no levanta ya ese tipo de pasiones que los enganchen, o será que los you tubers e influencers, generalmente de corta vida en la cumbre, nos recuerdan que lo antes eterno es hoy insultantemente efímero?
En todo caso, a Manuel Valdés no hay que agradecerle solo "El Show del Loco", "Ensalada de Locos", sus inolvidables películas, su voz inconfundible y sus excentricidades.
También, sin duda, por lo que representó para el futbol, que gracias a él pudo sumar y animar partidarios.
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