"El futbol no es para mudos", nos repetían una y otra vez nuestros entrenadores en los equipos juveniles, para impulsar al menos los gritos más elementales dentro de un campo de futbol. Y es que las voces y la comunicación durante un partido no son innatas y, por lo general, es necesario incitar y estimular a los niños y jóvenes para que se hagan escuchar entre sus compañeros.
"Solo", "tranquilo", "te van", "apóyate", "cámbiala", "tira", son tan solo algunas de las muchas indicaciones que se perciben una y otra vez en la cancha, y que se vuelven parte del folclor de nuestro deporte. Sí, se hace mucho énfasis en que el futbolista debe hablar, gritar, apoyar o presionar incesantemente. Pronto, el jugador, por contagio o por convicción, pierde la vergüenza para expresarse con sus compañeros, hacia sus rivales, árbitros o público asistente, incluso aunque su personalidad sea reservada.
Durante estos meses que se juega futbol sin gente en los estadios, ha llamado mucho la atención la claridad con que se escuchan los gritos de los jugadores y los directores técnicos, algunos de ellos sin reservar en lo más mínimo su lenguaje.
Y es que se disputa un encuentro de campeonato oficial y a los futbolistas poco les importa que sus audios lleguen a la casa de los aficionados. Porque es la realidad, es la verdad y es lo que sucede dentro de un encuentro de futbol profesional, cargadísimo de adrenalina y presión.
Durante la Semifinal de la Copa por México de pretemporada, entre Cruz Azul y Tigres, hubo gran escándalo al término de la serie de penales, debido a que Nahuel Guzmán retó a casi todos los tiradores de La Máquina.
Específicamente se calentaron los ánimos cuando "el Cabecita", Jonathan Rodríguez, se disponía a cobrar. En la transmisión se escucha claramente a Nahuel, que le dice: "Pica el balón, no tienes huevos, anda, pícalo" (en alusión a que hiciera el tiro a 'lo Panenka')". De la banca gritó Robert Dante Siboldi, según cuentan: "¡Cerrá el orto!".
Prácticamente en todas las series de penales, los arqueros tratan de distraer, intimidar o sacar de concentración al tirador, en el entendido que los porteros están en franca desventaja y, por lo tanto, nada tienen que perder. Difícilmente nos enteramos del contenido porque los estadios, con miles de personas, absorben gran parte del sonido ambiente.
Al final del partido se hicieron de palabras varios Tigres y algunos azules, debido justamente a la posibilidad de escucharse. Y es que un futbolista acostumbra gritar y gritar durante los partidos y entrenamientos, porque en muchas ocasiones su grito no llega al destinatario, al menos a la primera. Créame: en un estadio lleno el grito puede disolverse en menos de 5 metros.
No se asuste ni impresione con los gritos... "El futbol no es para mudos", y hoy lo podemos comprobar en decenas de partidos que se disputan sin afición, en los grandes y pequeños estadios del mundo.
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