Escribo estas líneas tras recibir la noticia de la posposición del duelo entre Patriotas y Jefes, y justo unas horas después de haber enviado a la redacción de CANCHA una primera versión de esta colaboración con mi análisis sobre lo que se perfilaba como el partido más atractivo de la Semana 4 de la campaña.
A la espera de saber si el juego de disputará el lunes, el martes o más adelante, creo que, tras los acontecimientos de las últimas horas, vale la pena referirme a esta primera crisis que con la que la NFL está teniendo que lidiar a causa de los casos positivos de coronavirus en cuatro de los 32 equipos que integran la Liga.
De entrada, habría que reconocer que era muy complicado que la campaña transcurriera sin que se presentaran sobresaltos, interrupciones y afectaciones a causa la pandemia.
La NBA pudo encerrar a sus jugadores en la burbuja de Orlando gracias al tamaño reducido de los rosters y a la posibilidad de montar varias duelas y disputar todos los partidos en un mismo sitio. En cambio, la MLB abrió las puertas de sus 30 estadios y se vio obligada a ajustar su calendario con una elevadísima cantidad de dobles juegos, y la mayoría de los equipo tuvieron al menos un caso positivo durante la temporada.
En consecuencia, resulta natural que la NFL, con más equipos que Grandes Ligas y un número mucho mayor de jugadores en sus rosters, se haya visto obligada a posponer dos duelos antes de disputar la cuarta semana del calendario regular.
Por lo pronto, el enfrentamiento entre Titanes y Acereros ha sido reprogramado, afectando el calendario no solo de Tennessee y Pittsburgh, sino también de Baltimore. Kansas City y Nueva Inglaterra también tendrán que ajustar sus planes a partir de lo sucedido en las últimas horas, y mucho me temo que pronto tendremos situaciones similares en otros frentes.
El comisionado, los dueños, y los gerentes generales están ante un reto formidable. Y aunque las semanas de descanso y la pausa que hay entre los juegos de campeonato y el Super Bowl podrían darles margen de maniobra para evitar recortar el calendario o alterar el equilibrio competitivo, está claro que, en este 2020, incluso la poderosa NFL podría ser derrotada, al menos de manera parcial, por el enemigo más peligroso que haya tenido que enfrentar en sus 100 años de vida.
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