Nadie sabe a dónde va a llegar ni tampoco cuándo; salvo los Reyes, el camino posterior a la pila de bautismo es incierto y misterioso.
Cuando el belga Edgar Everaert fundó un equipo de futbol en Guadalajara con el nombre de Union Football Club en un día como el de mañana -8 de mayo- pero de hace 114 años, no hubiera podido imaginar jamás el favor que le hacía al futbol mexicano.
Documentado está que su uniforme fue inspirado por el del Brujas de Bélgica -con sus franjas rojiblancas horizontales en lugar de verticales- y que Everaert llegó en un barco a México en septiembre de 1904 y trabajó en el mostrador de la tienda L. Gas y compañía, con cuyos compañeros compartió su balón en los llanos de Guadalajara.
Se vivía una época de rechazo a la dictadura de Porfirio Díaz y al tono afrancesado que vivió el País. Con trabajadores de los almacenes de "Fábricas de Francia" -paradoja- y de "La Ciudad de México" -otra más- el Guadalajara empezó su camino con puros jugadores mexicanos según escribe el historiador Greco Sotelo.
La magia que generó esa característica fue inmediata: los simpatizantes crecieron de manera instantánea y afortunadamente, a nadie en la historia del club se lo ocurrió transgredir esa mexicanidad que tanto le significa.
Los vericuetos de la historia han sido muchos, pero con el tiempo se hizo toda una cultura alrededor del poderoso millonario americanista que todo lo compra y el equipo surgido de la humildad y los valores mexicanos, más relevantes que la victoria o la derrota: Guadalajara trasciende con sus simbolismos y significados cualquier resultado en el campo.
Fundador, junto con el América, del primer torneo nacional y habiendo jugado todos los torneos de la Máxima Categoría, pese a haber rozado -ambos- el descenso alguna vez, es piedra filosofal de las filias, fobias y posturas que habitan el futbol mexicano.
Qué sería de nuestro torneo sin el Guadalajara, es difícil de adivinar.
La épica se construye a través de personajes que rivalizan con sus opuestos y no hay otro club con características similares casi en el mundo entero.
Si a Chivas no las funda Everaert, las crea Spielberg: es el ente infaltable en una historia que pone frente a frente las pasiones y las ideologías.
Personajes que han mantenido viva la llama aun en los peores momentos, hay muchos en estos 114 años que merecen ser celebrados aun en plena pandemia y sin poder dar abrazos.
Amaury Vergara comprende el legado que dejó su padre -otro infaltable en la mitología chiva partiendo en dos las opiniones- y tiene toda la intención de volver a los tiempos de grandeza.
Que así sea. El futbol mexicano no se entendería igual sin este Guadalajara, al que deben celebrar propios y extraños.
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