Arranca un torneo más y la ilusión de tocar la gloria se presenta.
Con un Tigres en su época de oro y un Rayados campeón continental la expectativa es muy alta, algo que en los últimos años se nos empieza hacer costumbre, ganarle a los equipos regios se ha convertido en derrotar a Goliat, y lo refleja la manera de festejar de los adversarios, la manera de jugar, la forma en que preparan un partido contra La U o La Pandilla lo dice todo, no es un partido más.
El sábado vivimos dos situaciones, una muy diferente de la otra, primero un América obstinado en el partido contra Monterrey, dejando una sensación de lucha constante, queriendo matar a un Rayados sabiendo que teniéndolo abajo lo tienes que acabar, porque si le das respiro te puede sorprender, y para un América, tercer favorito al título, sería sembrar un arranque con dudas.
Por otro lado tuvimos a Tigres, que en el primer tiempo se encargó de acabar con el Morelia, lo hizo trizas, lo iba goleando, y que en segundo tiempo sólo debía manejar el partido, algo que hace muy bien.
El descuento monarca al arranque de la segunda mitad confirmó la fábula de ''David vs. Goliat'' sólo que esta vez no fue David el victorioso.
Nico Castillo volvió al gol, y no, no fue en la Liguilla ni en Copa América ni en pretemporada, fue contra el Monterrey, fue contra uno de los dos Goliat del futbol mexicano.
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