El estado futbolístico de un equipo es, obviamente, una responsabilidad compartida entre los jugadores, el cuerpo técnico y los dirigentes que lo conforman.
Si ese equipo no funciona en un partido, seguramente los principales responsables son los jugadores. Si no funciona a lo largo de todo un torneo, tal vez el mayor responsable sea el director técnico; pero si ese equipo no rinde ni gana nada durante varios años, entonces la principal responsabilidad hay que buscarla entre sus dirigentes.
Solamente cuando la capacidad y el rendimiento de alguna de esas tres partes del equipo están por encima de cualquier duda, a los culpables mayoritarios del mal desempeño hay que buscarlos en las otras dos.
Con respecto al actual e interrumpido torneo está, por ejemplo, el caso de Antonio Mohamed, cuya capacidad como entrenador ha sido demostrada con creces y hasta la saciedad, no sólo porque ha hecho jugar muy bien a varios equipos, sino porque además en cada uno de ellos obtuvo éxitos rotundos y dejó plena constancia de su propio sello, del futbol en el que cree y de su elevado nivel de eficiencia para conseguir que sus equipos lo plasmen en la cancha.
En cambio, tanto los jugadores como los dirigentes rayados están muy lejos de ofrecer un grado similar de garantía en su desempeño, de capacidad para cumplir con los respectivos roles.
Es decir, que por el crédito que Mohamed se ha ganado, en el vergonzoso caso del actual campeón del futbol mexicano hay que buscar en las otras dos partes a los principales responsables del pésimo torneo que este equipo ha tenido, prácticamente eliminado cuando quedan siete jornadas por jugarse. Aunque deba decirse que el funcionamiento del equipo no ha sido tan pobre como lo indican sus paupérrimos números.
Muy distinto, ganado por muy diferentes caminos, es el crédito de los futbolistas comparado al de directores técnicos y dirigentes, porque un jugador puede ser inestable en su desempeño al depender éste de varios factores, pero un técnico siempre es -al igual que el dirigente- esencialmente el mismo; por lo general, mejores ambos con los años, con los que pueden ir o no incrementando ese particular crédito.
Como lo tiene Miguel Herrera con el América y no lo tuvieron Pedro Caixinha o Paco Jémez con el Cruz Azul. O como lo tiene Ricardo Ferretti con los Tigres y nunca lo tuvo Diego Alonso con el Monterrey.
O como en mayor o menor medida, dirijan donde dirijan, lo tienen técnicos como Javier Aguirre, Víctor Manuel Vucetich, Luis Fernando Tena o los ya mencionados Mohamed, Herrera y Ferretti; y siguen forjándoselo otros, como Ignacio Ambriz, Gabriel Caballero, Guillermo Vázquez y Luis Alfonso Sosa.
Crédito como lo tienen a otros niveles Pep Guardiola, Zinedine Zidane, Jürgen Klopp, Diego Simeone y muy pocos más.
Saber muy bien a qué pretendes jugar, demostrar que además sabes cómo hacerle para que tus equipos así jueguen... y ganar cosas con ese juego.
Cuestión de capacidad y trayectoria, y del crédito que cada cual se va ganando con las suyas.
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