A veces los comentaristas parecemos contadores.
Llevamos las sumas de lo que se ha invertido en los planteles que ha dirigido desde 2013 Pep Guardiola -mil 100 millones de dólares- y lo que el PSG, desde la compra del club con capital qatarí, ha puesto sobre la mesa para tener un equipo de relieve mundial.
"Nueve años y medio y cientos de millones de euros después.." empieza, por ejemplo, el diario español El País su crónica del triunfo del equipo francés en la Semifinal de la Champions.
El enfoque es bastante compartido por diferentes medios en el mundo.
Del RB Leipzig no se habla de la misma manera pese a que su marca propietaria -Red Bull- ha invertido también sumas muy altas en pro del deporte con un propósito de presencia y de publicidad, teniendo equipos de futbol profesional, de Fórmula Uno, atletas de alto rendimiento en deporte extremo y hasta un célebre salto desde la estratósfera que conmovió al mundo.
El Leipzig, cuya franquicia compró desde que estaba en la Sexta División alemana, es un éxito en el que se han invertido mas de 100 millones de dólares para llevarlo hasta una Semifinal europea.
El Real Madrid de aquellos "Galácticos" era motivo de admiración y, como el Cosmos de Nueva York de los 70, no era tan cuestionado por su poder económico como admirado por sus logros deportivos.
El "soft power" que desean obtener algunos países del Golfo Pérsico a través de futbol -empatía, cambio de imagen, señal de competitividad y aceptación entre otras cosas- puede ser motivo de otro tipo de análisis.
Pero es una realidad que lo han hecho bien en el futbol y en el caso del PSG, es necio no reconocer las virtudes futbolísticas de una constelación de astros encabezada por un Neymar en su mejor estado posible.
Hay diferentes maneras de lograr éxito deportivo y la más habitual es hacerlo a través de grandes inversiones.
Con la vigilancia de los organismos encargados del fair play financiero -con todo y la polémica decisión del TAS en el caso del City- se debe apreciar el esfuerzo financiero por hacer grandes a equipos bastante anónimos como lo fueron el City, legendario pero gris, y el propio PSG en un país en el que los equipos importantes no estaban en su capital.
Se aproxima una Final atractiva entre Bayern Múnich y PSG en la que el análisis deportivo se antoja más importante que el de la clase social de los dueños a los que pertenecen.
El prejuicio sobre la cuantiosa inversión es injusto. Sesga, condiciona y nubla.
Al rodar el balón, los lentes que cada quien use enturbiarán la mirada o bien permitirán analizar el juego como lo que es.
Cada quien tiene derecho a ver el mundo como mejor considere, pero si el balón no se mancha, como sentenció algún día especial Diego Maradona, será justo darle el lugar que le corresponde.
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