Centenares de aficionados americanistas colmaron el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para recibir a Guillermo Ochoa. Todo aquello fue un alentador caos.
Faltaron luces, equipo de sonido, pantallas gigantes y un largo solo de batería para que el arribo de Ochoa fuera cercano al escenario de una banda de moda en el mundo. Bienvenida digna de rockstar.
Por el tipo de maremoto humano que se desató, quedó demostrado una vez más, que un ídolo siempre es necesario en todo equipo para fortalecer vínculos con la afición. Que es un elemento infalible para que el directivo obtenga créditos canjeables por margen de maniobra y que para el técnico en turno, es esa figura "distinta" por capacidades, temple y experiencia sobre la cual puede direccionar cierta presión.
Tigres tiene desde hace tiempo a su ídolo. Gignac transita con dicha etiqueta y le gusta portarla. Corrobora semana a semana su calidad.
Rayados no tiene a un ídolo como tal pero cuenta con exceso de referentes. América ya cuenta con Ochoa. Sus índices de audiencia y asistencia se habrán de disparar de inmediato.
El aficionado necesita identificarse con alguien y sentirlo suyo. Soñar que se convierte justo en ese hombre que acapara los reflectores, que porta el número importante en el terreno de juego y "jugar" a ser él cuando se arma la reta en la calle, en la escuela o el partido en la Liga amateur.
Chivas no puede quedarse con los brazos cruzados. No debe. Como archirrival del América no puede permanecer estoico simplemente observando lo que ha desatado el equipo de Coapa con Gio y Ochoa. Si todo ello a Chivas no le genera escozor, dolor y hasta envidia, que renuncie a ser el antagonista del América.
Sería dañino y peligroso mantenerse indiferente ante las distintas realidades que viven ambos equipos. Uno acapara reflectores por las sonadas ventas y las contrataciones rimbombantes, el otro, los atrae por temas porcentuales y polémicas arbitrales.
A Chivas tendría que dolerle, y mucho.
La dirigencia de Chivas debería en este momento estar generando un plan de acción emergente para traer a un jugador que pueda fungir de ídolo. Hoy ninguno de los del 11 de Tomás Boy cumple con los estándares que exige el calificativo. ¿Pulido? ¿"Chofis"? ¿Briseño? ¿Pérez?
El Club Deportivo Guadalajara debe buscar a toda costa repatriar a Javier Hernández e intentar - como hace América con Gio - recuperarlo futbolísticamente. Hacerle la propuesta y trabajar en ella hasta convencerlo. La afición lo amaría.
O por qué no, ofrecerle el más jugoso de los contratos a Carlos Vela que, aunque no tiene un pasado Chiva tan marcado, su presente lo convertiría en eslabón ideal para dar el más severo de los golpes mediáticos.
Se busca ídolo para Chivas. ¿Hace cuánto no tienen a uno? ¿Cuál fue el último?
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