Hace apenas unos días, la NFL y el sindicato de jugadores llegaron a un acuerdo para poner en marcha los campos de entrenamiento.
Más allá de algunos detalles contractuales, el epicentro de la negociación fue el protocolo de salud que se pondría en práctica para buscar ganarle la batalla al Covid-19. Sin embargo, el optimismo que generó dicho arreglo, ha sufrido una fuerte sacudida al ver lo sucedido en las últimas horas en la MLB.
En semanas recientes, voces ligadas al comisionado manifestaron que la NFL tendría la ventaja de aprender de la experiencia de otras ligas que volverían a la actividad antes del mes de septiembre.
La MLS tuvo que prescindir de dos equipos antes del inicio del torneo con el que reabrió sus puertas, pero hace semanas que no se presenta un solo caso positivo. Mientras tanto, todo parece indicar que la NBA ha sido capaz de mantener la "burbuja" de Orlando aislada y la reanudación está prevista para este jueves, con los rosters de los 22 equipos participantes prácticamente intactos.
Sin embargo, la ruta de regreso a la actividad tomada por la NBA y la MLS, es radicalmente distinta a la que eligieron, forzados por las características propias de sus respectivos deportes, la NFL y la MLB.
Y si bien es cierto que el beisbol se juega prácticamente todos los días con lo que las posibilidades de contagio se incrementan, el futbol americano es un deporte de contacto en donde cualquier positivo que no sea detectado a tiempo generaría un crecimiento exponencial de casos.
Por el momento, Grandes Ligas sigue buscando la forma de lidiar con esta crisis que ha complicado el inicio de la temporada y que seguramente los obligará a tomar decisiones radicales y hasta impopulares.
Mientras tanto, Roger Goodell, los dueños y los representantes de los jugadores tendrían que estar siguiendo muy de cerca las decisiones y las medidas que vayan a implementarse en la MLB para tratar de cerrarle el paso a la pandemia.
Y es que, mientras el beisbol puede programar dobles carteleras, reponer duelos pospuestos y hasta recortar el calendario, un sólo caso como el de los Marlins, podría alterar irremediablemente el equilibrio competitivo, y descarrilar definitivamente la temporada 2020 de la NFL.
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