No hay duda: Hirving Lozano es campeón de la Copa de Italia porque es parte del plantel, salió en la foto y cargó el trofeo.
La hoja de vida del "Chucky" puede cargar en su historial con toda legitimidad tal logro, aunque su técnico refunfuñe de él, su club quiera negociarlo a donde se pueda y los minutos que ha jugado en esta accidentada campaña se cuenten casi con los dedos de una mano.
El triunfo es tan fugaz que fuera de ese dato en el trayecto de Lozano en Italia, no valdrá de mucho para el futuro inmediato. No incrementará su valor de mercado, no despertará el apetito de clubes importantes para llevárselo, ni podrá hojalatear su abollado prestigio en el Calcio.
En su fuero interno, Hirving sabe que la celebración es sin embargo un pequeño pago a lo que ha sufrido en Italia, donde tuvo un valedor que lo pidió, lo puso a jugar e hizo todo lo posible por hacerlo lucir: Carlo Ancelotti.
Pero los primeros y prometedores días se convirtieron en una pesadilla: la pelea del presidente con el técnico por la negativa a concentrar al equipo, la salida de Carletto del club y de "Chucky" del terreno de juego, más el rechazo de Gatusso a un futbolista que él ni pidió, ni se adapta a su sistema.
El parón por la pandemia afectó a todo el mundo pero en el caso de Lozano, interrumpió su intento por ganar un lugar; lo que estaba frío se convirtió en helado.
Es indudable, a dos años del gol mas importante de su vida, que el futuro previsible tras la hazaña contra Alemania era mejor que el real.
Lozano se fue con todos los honores del futbol de Holanda, pero no ha alcanzado el nivel, la consistencia y el crédito en una de las mejores cuatro Ligas del mundo. El paso ha sido muy grande o las circunstancias le han jugado en contra.
Hoy por hoy, la escasez de éxitos en futbolistas exportados tiene que hacernos ver que la calidad indudable que tienen no es suficiente para sumar en los grandes clubes.
Héctor Herrera, con talento innegable, sigue luchando por tener minutos -como ayer- con el Atlético de Madrid y Raúl Alonso Jiménez, el joven maravilla del Wolverhampton, tendrá oportunidad de mostrar muy pronto en un club superior, la calidad que hoy le hace el mejor de todos los que el futbol mexicano ha producido en la actualidad.
Ojalá que Lozano pueda marcharse a un lugar más amable para sus cualidades y más paciente para darle los minutos que necesita en el campo.
Por lo pronto, ese título en su palmarés nadie se lo quita y será un aliciente para seguir luchando. De lejos no nos percatamos de lo que pasa un futbolista que se enfrenta a las adversidades ya contadas.
Sin reproche por intentarlo, le vendrá bien reanimarse y volver a tener esas grandes tardes que enamoraron a un Nápoles que ha llenado de desencanto una relación prometedora.
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