No tardó en llegar la primera tormenta de la campaña.
Era muy difícil pronosticar lo que sucedió.
Un equipo mermado por los casos positivos entre los que estuvo su propio técnico, una campaña que apenas cruza la tercera fecha y una comunión entre el responsable deportivo y el hoy despedido hacían imposible preveer algo así.
Chivas, especializado en cortar técnicos e interrumpir proyectos, anunciaba estabilidad y razonable paciencia a la llegada de Ricardo Peláez en la reconstrucción rojiblanca bajo la gestión absoluta de Amaury Vergara.
El propietario del Rebaño ha dicho que él no sabe de todo, convencido que por eso hay que rodearse de expertos para poder sacar adelante el reto.
Los comunicados de prensa son tan vacíos, tan carentes de detalle, que parece que como los viejos telegramas, los cobran por letra. El ahorro de centavos orillaba al ahorro de claridad aun en los mensajes mas importantes. Célebre es el cuento de "se murió el perico".
El Guadalajara ha preferido reservar su derecho al silencio. No hay explicación mas allá del evidente mal inicio que el equipo ha tenido en el incipiente torneo.
Hasta donde se sabe, no hay algún detonante específico que haya orillado la decisión: une pelea, un detalle oculto de vestidor, una catástrofe: alguna de esas cosas que pueden explicar lo que en apariencia es inexplicable.
Entonces se da paso a la especulación.
¿Será que el alto mando del equipo, desesperado, le pide cuentas a Ricardo Peláez quien se ve obligado a reaccionar en consecuencia? ¿O es decisión del propio presidente deportivo desandar lo caminado para buscar técnico antes de una jornada doble, siempre el peor momento para hacerlo?
En el primer caso, el propio Ricardo enfriaría las cosas ante sus altos dirigentes -si estuviera convencido de ello- y en el segundo, por la experiencia que tiene, sabría de lo inoportuno del momento.
¿Diferencias en cuanto a los jugadores que utilizar? ¿Cuestionamiento sobre el uso de los refuerzos? ¿Ruptura de un discurso hasta hace poco coincidente y admirativo tanto del lado de Ricardo como de Luis Fernando? ¿Arranque emocional sin dejar enfriar lo que haya tenido que ponerse en el congelador un par de días?
Lo único que deseará el seguidor rojiblanco y la propia Liga MX -necesitada de un Guadalajara estable- es que no vuelva a las andadas, que no se haya vuelto a equivocar, que la emoción no le gane a la razón.
Por lo demás, cada club es dueño y responsable de sus decisiones, y acreedor será de las buenas y malas consecuencias de ellas.
Pero la noticia se gana al menos el calificativo de extraña e inesperada.
No porque Chivas acostumbre cambiar de entrenadores como de calcetines, esto es normal.
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