De una población cercana a los 58 millones de latinos en los Estados Unidos, alrededor de 36 millones son de origen mexicano. Es decir, el 63 por ciento.
De acuerdo a Current Population Survey (CPS), 12.3 millones son personas nacidas en México y 26.2 mexicanos de segunda y tercera generación.
De ahí el impacto positivo que representa para cualquier equipo del futbol mexicano aparecer en suelo norteamericano. Y ya no hablemos del negocio que genera la presencia de la Selección Nacional.
La comunidad latina en Estados Unidos tiene un poder adquisitivo estimado en 1.5 billones de dólares al año, lo que constituye el 10.4 por ciento del poder adquisitivo total de Estados Unidos según el reporte anual de Economía Multicultural elaborado por la Universidad de Georgia.
De dicha comunidad latina, la mexicana está por encima de las restantes conformadas por puertorriqueños, centroamericanos y su-damericanos.
Por números como los anteriores, tendrían que extenderse más los proyectos del futbol mexicano por territorio estadounidense. Negocio redondo para los participantes y gran atracción para la afición que no radica en México. Magnífica oportunidad de generarles cercanía, arraigo y de compartirles el amor por los colores y sabores que tanto extrañan con el paso de los años.
Después de ver la entrada y la pasión desbordada recientemente en Carson, California, con la Súper Copa y el Campeón de Campeones donde América, Tigres, Cruz Azul y Necaxa tuvieron su última prueba antes del arranque del Apertura, la Liga MX debería -seriamente - pensar en la posibilidad de realizar juegos oficiales en distintos escenarios de Norteamérica.
Siendo California, Texas, Illinois y Arizona los estados con mayor cantidad de mexicanos, por lo menos cuatro partidos por cada torneo deberían desarrollarse en sedes como Los Ángeles, Houston, Chicago y Phoenix.
Es momento de dar un paso firme en cuanto a una elaborada y bien planeada expansión de nuestra Liga. Internacionalizarla como lo hace la NFL llevando juegos a la Ciudad de México o Londres. Que existan puntos en disputa y que no sean únicamente duelos de pretemporada.
En Chicago, la tercera parte de la población es latina y la mexicana representa tres cuartas partes de la misma. Casi 800 mil mexicanos viven en los alrededores del Lago Michigan. Merecen algo más que un partido de Selección Mexicana cada cuatro años o un partido de mera preparación.
Se puede comenzar con los partidos de menor interés en nuestro País. Si Chivas no llena un duelo ante Puebla o un Pumas ante Veracruz, pues que éstos se lleve a cabo en Los Ángeles y que en el mediano plazo, uno de nuestros Clásicos pueda oficialmente celebrarse en Dallas por citar un ejemplo. Nadie perdería y mucho se ganaría.
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