El futbolista profesional, siendo atleta de alto rendimiento en deporte de equipo, en todo su desarrollo ha sido entrenado en grupo y se ha vuelto un experto en seguir instrucciones. Generalmente los futbolistas que mejor y más rápido comprenden e interiorizan las indicaciones de los entrenadores tienen mayores probabilidades de éxito, ya que el líder asume que cuantos más miembros del plantel hagan lo que el indica el éxito estará más cerca.
El futbolista latinoamericano tiene una tendencia para encontrar su nivel más alto y plasmar sus cualidades con mayor eficiencia cuando sigue instrucciones, cuando el entorno no permite que tenga la menor distracción (o la menor oportunidad de elegir solo).
Muchas veces es el DT quien marca las pautas de conducta de los futbolistas, en otras ocasiones es el directivo, es común, de igual forma, que sean los fanáticos los que exijan, los que no permitan que el jugador se relaje. Cualquiera que sea el responsable o tome la iniciativa de "apretar" a los jugadores, los futbolistas son expertos en seguir instrucciones.
Pero, ¿qué sucede cuando el futbolista se retira del deporte profesional? ¿Qué probabilidad de éxito tendrá en la reinserción al mundo real al momento de valerse por si mismo? O en momentos como el que estamos viviendo, cuando no hay entrenamientos y deben de entrenar por su cuenta.
¿Están capacitados para tener conductas maduras, de acuerdo a las exigencias de su profesión, en tiempos donde la capacidad de autogestión será la base del éxito?
Pareciera que subestimo la habilidad para valerse por si mismo por parte del jugador, pero la realidad es que si hay un culpable de ésto somos los entrenadores.
Nosotros, que en el afán de resolver todo de la forma más pronta posible, le damos al jugador todas las respuestas, desde cómo debe moverse dentro de la cancha, de qué forma ejecutar una acción técnica, qué y a qué hora debe de comer, hasta cómo documentar en un aeropuerto.
Solo nos importa dar solución, pero pocas veces nos detenemos a dar educación. Pocas veces nos ocupamos por el desarrollo íntegro del jugador, parecería que queremos robots, y ¿saben por qué? Porque es más fácil manejar a un robot, a alguien que siga instrucciones, que a alguien que cuestione.
No hay aprendizaje más profundo y con mayor impacto que al que el ser humano llega por si solo. Es el maestro, en este caso el entrenador, el encargado de crear el marco óptimo, cuidando que las consecuencias negativas del jugador no sean irreversibles y que el costo se pueda pagar, para que el futbolista pueda tener aprendizajes profundos.
Imagino en estos días a los jugadores en su casa esperando instrucciones para saber qué deben hacer, a qué hora y de qué forma ejercitarse para mantener la forma física, qué información táctica o documentos pueden leer para cuando manos tener entrenamientos tácticos mentales.
La mayor parte de los futbolistas deben ser guiados, acompañados, son dependientes del superior, y esto es 100% culpa nuestra.
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