Hasta donde entiendo, la fluidez y continuidad del juego es una prioridad dentro del futbol para el árbitro y en general para la FIFA.
Esta fluidez, en múltiples ocasiones comienza a ser afectada cuando uno de los equipos obtiene el resultado parcial que le conviene y busca consumir la mayor cantidad de tiempo posible, bajo la flexibilidad y complacencia del árbitro. A veces con la mayor cantidad de segundos permitidos antes de reanudar, a veces al fingir una lesión, a veces al alejar el balón cuando se ha señalado una falta y a veces de una manera muy particular y, en estos días, polémica...
La jugada es tan común como suavemente castigada: el arquero del equipo que necesita un gol congela el avance, se queda con el balón e intenta distribuir lo antes posible. Uno de los atacantes obstruye el despeje del portero... a veces se colocan en el trayecto, manotean el balón o le abrazan por completo. Se señala falta y por lo general se muestra la tarjeta amarilla. Hasta ahí lo reglamentario, ahora lo que verdaderamente siente un arquero: Siempre frustración, siempre coraje y siempre da la sensación de que el infractor, aun con la tarjeta amarilla, se ha salido con la suya y ha valido la pena su falta. Al arquero le invade la rabia y el atacante, por lo general, se marcha satisfecho a colocarse en su sitio para la reanudación.
Este fin de semana, durante los últimos minutos del Leganés vs. Real Betis de la Liga española, un balón se fue hacia saque de banda, justo frente a la banca de Leganés. Sergio Hontoria, integrante del cuerpo técnico del equipo madrileño, decidió tomar el balón, conservarlo y, en lugar de entregarlo, dio la espalda a Borja Iglesias, que se acercaba para realizar el saque de banda. La reacción del futbolista del Betis fue empujar por la espalda al fisioterapeuta del Leganés, quien se golpeó contra la banca. Iglesias por supuesto, salió expulsado... ¿Pero qué hay del señor Hontoria, quien provocó, retrasó la reanudación del juego varios minutos y ocasionó la expulsión y suspensión del jugador sevillista?
Nahuel Guzmán ha sido víctima y victimario de una jugada en la que se le impidió distribuir el balón, durante el encuentro de la Fecha 6 entre Santos y Tigres. Eduardo Aguirre, atacante del Santos, obstruyó el despeje de Nahuel y éste reaccionó con una agresión. Ninguno fue sancionado con tarjeta, el árbitro Pérez Durán solo señaló la falta. Para mala fortuna, cada nueva polémica en que aparece el muy eficiente arquero argentino, es vinculada con sus escándalos anteriores dentro del campo, y en redes sociales parece que se le quiere quemar en leña verde.
Si a Borja Iglesias en España, y a Nahuel en México, se les tiene que expulsar y suspender por agresión, adelante, pero lo que se debe atacar son las constantes artimañas para consumir tiempo, cortar el juego y no se diga retardar las reanudaciones.
Hay faltas que ameritan un castigo mayor a la violencia o rudeza que contienen, simplemente por atentar contra el espíritu más esencial del futbol y por lo que tanto nos hemos preocupado: la fluidez del juego.
Twitter: @FELIXATLANTE12 |