Al "Tuca" era fácil escucharlo. FOTO: Miguel Ramírez FOTOGALERIA 52

Por segunda ocasión desde la pandemia, aunque por primera vez en este torneo, Tigres jugó con el Estadio Universitario vacío.

Las gradas, que normalmente están en ebullición, estaban en silencio y sólo se escuchaban los gritos que daban en la cancha y en las bancas, aunque por el empate, los felinos se salvaron de un sonoro abucheo.

"¡Es falta, es falta! ¡No ves o qué!",
le grita Óscar Ustari, portero del Pachuca, al juez de línea.

"¡Va cerrado, va cerrado!... ¡Voy, voy!",
avisaba Nahuel Guzmán al salir a despejar con el puño un balón tras el tiro de esquina.

"¡Abierta, abierta, dámela, dámela!",
Nahuel le dice a Hugo Ayala para que se apoye en él.

"¡Pónmela aquí, aquí, aquí",
le pedía Gignac a Pizarro, quien no le da el esférico y el francés se molesta.

"¡Bien hecho, cabrón, buen tiro, bien, bien!",
alientan desde la banca a Luis Quiñones tras el zurdazo que pasó por encima del travesaño.

"¡Va pa' fuera, pa' fuera!",
le avisa Hugo Ayala al "Chaka" tras un centro pasado que se va por la banda.

"¡Hugo, Hugo, pégate, pégate, ahí, ahí!",
le pide Nahuel a Ayala al poner su barrera.

"¡Allá, allá, marca allá!",
le manda Hugo a Luis Quiñones, quien se quería colocar en la barrera, pero dejaba sin marca a un jugador de Pachuca.

"¡Dámela, dámela!",
le grita molesto Gignac a Vargas, quien prefiere disparar

"¡Por ahí (la banda), ahí!",
le dice "Tuca" a Dueñas, quien pretendía salir por el centro del campo en el cambio.

"¡Fuera, fuera, fuera... solo, solo, ve, ve!",
le indica Ustari a su defensa y luego le avisa a Murillo para que acarree el balón.

"¡No, nooo, no es falta!",
le reclama airadamente Quiñones al árbitro César Ramos, quien lo amonesta.