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La Dominguera
San Cadilla | 23-10-2016
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Un legado y un plagio
 
El centenario del América resultó deslucido, sin un partido especial, con muchas figuras olvidadas y un himno desafortunado, que a todas luces es un plagio del que el Sevilla presentó en su fiesta de 100 años, en 1980.

Horas después de que el Himno del Centenario sonó en el Estadio Azteca, al medio tiempo del partido del sábado, entre las Águilas y los Xolos, las redes sociales comenzaron a hervir con comentarios desaprobatorios, pues en estos tiempos de globalización e interacción a través de Internet, es imposible esconder un pecado como ése.

La banda Matute, encabezado por Jorge D'Alessio, se convirtió en el hazmerreír y, si comenzaba a sonar y tener cierta fama, es muy probable que con ese tropezón toda su carrera se vaya al suelo.

Pero más allá del plagio, mucha gente se preguntó por qué en lugar de ese himno, que no suena tan mal y parece adecuado si no se tratara de una copia descarada, la directiva no actualizó o rescató aquel de los años 80 que hacía vibrar al Azteca con su clásico: "¡Aaaméricaaa, Águilaaas!".

Finalmente, el club anunció, después de algunos días de silencio ante los cuestionamientos de la afición, que no tocaría más la canción, debido a la molestia que había ocasionado, pero defendió hasta el final la idea de que se trataba de una composición original.

¿Y si en vez de "inventar" un himno le hubieran puesto play al que ya tenían?

Entre los "hubieras", el América, pasó su festejo de 100 años entre un enorme ridículo, todo por no hacer las cosas bien desde el inicio. Y el chasco fue peor porque el equipo, el más ganador de la historia de la Liga mexicana, pertenece a Televisa, un emporio televisivo al que le sobran compositores, guionistas, productores, disqueras y, sobre todo, videos y periodistas, de espectáculos y deportes, que pueden verificar la autenticidad de la canción para un día tan especial.

 
DE CANARIOS A ÁGUILAS
 
En 1981, la directiva del Club América, encabezada por Emilio Díez Barroso, decidió darle un cambio radical a la imagen de su equipo de futbol. Ya era muy popular y contaba con tres títulos de Liga, seis de Copa, uno de Concacaf y uno de la Copa Interamericana, pero le faltaba algo...

Como en las telenovelas, especialidad de Televisa, el futbol mexicano necesitaba protagonistas y antagonistas, así que la misión fue convertir al conjunto de Coapa en el villano del futbol mexicano, amado y odiado por millones por igual.

La operación fue exitosa, pues hoy se trata de un equipo que no pasa inadvertido, pues mientras su afición llora sus derrotas y canta sus glorias, los seguidores de los demás clubes celebran sus infortunios con la misma fuerza.

El primer paso fue cambiar el mote del equipo, de Canarios -por su uniforme amarillo- por el de Águilas, un ave que es símbolo de México, pero sobre todo más agresiva y majestuosa.

El segundo cambio fue el del uniforme. El clásico amarillo y azul se mantuvo, pero la camiseta adoptó un triángulo en el pecho que se convirtió en distintivo que hoy la afición todavía añora.

Ese triángulo, que podía entenderse como una V de victoria, tenía el objetivo de que los futbolistas aparentaran ser más corpulentos, lo cual fue todo un éxito con elementos como Alfredo Tena.

Por último, Díez Barroso tuvo la idea de la creación de un himno que redondeara el concepto, así que lanzó una convocatoria abierta para encontrarlo.

 
LA VOZ DE TETELES
 
Teteles de Ávila Castillo es una pequeña población en la sierra, en el noroeste de Puebla, que tiene entre sus hijos ilustres a un cantautor conocido por su nombre artístico: Carlos Blanco.

En realidad su nombre era Generoso González Valera (1941-1985) y en la década de los 70 se hizo de un nombre en la música popular mexicana con su canción "Verónica", que interpretaba el cantante potosino Víctor Yturbe, mejor conocido como Pirulí. Ese tema apareció en el disco "Condición", publicado en 1972, por Discos Fontana.

Blanco también compuso "Soy Indio" -para Alberto Vázquez- y "Yo También Soy Morena" -para Aída Cuevas-. Su voz no era conocida, sino su talento para escribir canciones.

Como músico y ferviente seguidor de los Canarios, no dudó en presentar un tema en respuesta a la convocatoria del club, que buscaba un himno para su nueva identidad.

El himno, que fue presentado a la directiva ya producido, ganó el concurso. Las razones se hicieron obvias unos días después.

 
GRAN ESTRENO
 
El viernes 25 de septiembre de 1981, el América se estrenaba en casa dentro de la Temporada 1981-82. El rival era el Puebla, al que los azulcremas golearon 3-0, con anotaciones de Luis Rodríguez, Javier Aguirre y un autogol de Juan Alvarado.

Ese equipo contaba también con figuras como Héctor Miguel Zelada, Alfredo Tena, Vinicio Bravo, Juan Antonio Luna, Armando Manzo, Eduardo Bacas, Carlos de los Cobos, Cristóbal Ortega y Norberto Outes.

Antes del juego, Carlos Blanco entonó por primera vez en público las estrofas que se volvieron legendarias: "América ¡Águilas! América ¡a ganar! Estoy contigo, muy en mi corazón...".

La canción, por su poderosa letra y melodía, se convirtió en un éxito de la noche a la mañana. Para el cantautor no hubo pago más allá del reconocimiento, los aplausos y su voz cantante en programas de radio y televisión.

En 1982, el tema salió a la venta en el lado A de un sencillo en vinil, con la producción de Melody, la disquera de Televisa. El nombre oficial del tema era "Himno de las Águilas del América".

Después de pasar inadvertido como cantante, Carlos Blanco tenía un disco exitoso y aparecía en su portada, entre amarillo y azul.

 
MAL NEGOCIO
 
El sábado 15 de octubre, tres días después de la fecha de los 100 años del América, no sonó la canción de Carlos Blanco. En su lugar, la directiva presentó a la banda Matute, especialista en covers, para que cantara el nuevo himno del club.

Quizá se trataba de una nueva estrategia, con un tema adaptado a las nuevas generaciones de aficionados, al estilo del que hizo Emilio Díez Barroso en 1981.

Después de 35 años de una canción clásica, sonó la versión azulcrema del himno del Sevilla y la fiesta se tornó en pesadilla un día después.

Carlos Blanco nunca recibió un pago por los derechos de su canción, sólo felicitaciones y fama. Televisa no es dueño de la canción y no ha pagado por el derecho de explotación desde hace 34 años.

Los tratos entre caballeros tienen poca importancia cuando se convierten en cuestiones de negocios: Carlos Blanco llevó su canción ya grabada a las oficinas de Televisa y conquistó a los directivos, pero no la había producido con sus propios medios.

La grabación se realizó en uno de los estudios propiedad de la disquera Warner Chapelle, por lo que el cantautor cedió los derechos del tema a cambio de su producción.

Televisa intentó de manera infructuosa comprarle los derechos de explotación del tema a la familia de Carlos Blanco, que finalmente no puede vender algo que no le pertenece.

La nueva canción, la de D'Alessio, no volverá a sonar en el Azteca, pero quizá sí en las computadoras de curiosos que quieren conocer sus coincidencias con el himno del Sevilla.

Mientras, el Estadio Azteca, aunque le cueste dinero a los dueños, tendrá que seguir sonando: "Hoy, mira el Águila que llega, majestuosa y audaz...".

 
 
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