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La Dominguera
San Cadilla | 09-10-2016
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"Un entrenador no es mejor por sus resultados ni por su estilo, modelo o identidad. Lo que tiene valor es la hondura del proyecto, los argumentos que lo sostienen, el desarrollo de la idea".

Marcelo Bielsa
 
 
El Recreacionista
 
El palabrerío y los buenos conceptos desaparecieron al primer fracaso brutal que ha experimentado Juan Carlos Osorio como Seleccionador. Hoy pareciera que no ha dejado de ser un hombre solo en su sufrimiento.

El discurso basto, siempre propio, seguro de sus ideas y sin titubear al momento de expresar su método de trabajo, jamás le había dado algún momento de duda o desconfianza en sí mismo.

El risaraldense tampoco llegó a perder nunca la calma, pese a las crisis que había vivido en su carrera como entrenador de clubes, la cual por cierto sólo fue exitosa en su natal Colombia, pero ya con experiencia en el extranjero.

De hecho, su filosofía de ver el futbol no había sido tampoco expuesta al escrutinio, al juicio severo, a la incongruencia.

Ahora, a punto de cumplir su primer año como seleccionador de México, el "versero", como ya le dicen algunos por su buen habla, vive quizá la etapa más difícil de su trayectoria como estratega.

Han pasado más de 3 meses del 7-0 ante Chile, la peor humillación que ha sufrido el equipo nacional mayor, y la debilidad del proyecto Osorio es todavía evidente.

"Esa noche y ese resultado me dejó una cicatriz que la sufrí como ninguno", dijo 45 días después de ese episodio.

Desde entonces Osorio no ha vuelto a aparecer.

Se ha encerrado en su propio duelo, en tratar de purificarse de la desconfianza exterior. Esa que con los dos eliminatorios ante El Salvador y Honduras parece haber incrementado pese a que no perdió ninguno de los dos.

Sin embargo el de los catrachos, por haber sido en el antes inexpugnable Estadio Azteca, aumentó más el entorno de incertidumbre hacia su gestión.

 
 
SU MÉTODO
 
Quienes conocieron a Osorio en su paso por el Puebla y por su formación en la MLS antes de dirigir en su país, reconocieron en el entrenador un método que él denomina como el de la memoria operativa, el cual consiste en una serie de ensayos y movimientos tácticos con el balón, que casi al estilo de los actos reflejo, los futbolistas deban ejecutar casi automatizados en la cancha.

"Ese método de 'memoria operativa' es el que dio origen al apodo de Osorio en Colombia, 'El Recreacionista', mismo que le asignaron los jugadores de su primer equipo como entrenador, el Millonarios de Bogotá, en el 2006.

"En el 2001, cuando yo era asistente técnico del MetroStars (de la MLS) cumplía con la responsabilidad de entrenar al equipo que es lo que más me gusta a mí en el futbol, el entrenar al equipo, entrenar y en ese proceso yo hablo de entrenar la memoria operativa, un tema que da para un debate amplio porque estamos hablando del cerebro humano", dijo Osorio.

El asunto del método de la memoria operativa, más que el de la costumbre de las rotaciones, es que requiere entrenamientos constantes, casi tan frecuentes como los que tiene un técnico en un club profesional, unos cuatro días a la semana.

Con la Selección, Osorio apenas cuenta con los futbolistas tres o cuatro días a lo mucho cada tres meses, siempre y cuando sea calendario FIFA, porque de lo contrario sólo trabaja con jugadores locales.

La gran pregunta que casi llega a generar incongruencia en la ejecución, es ¿cómo aplicar esa teoría en un equipo que se reúne de forma esporádica?, y lo que es peor, ¿cómo lograr que el futbolista pueda automatizarlo cuando tiene arraigado en su mente la filosofía del técnico de su club?

Esa incongruencia se acentúa aún más ahora en la fecha FIFA de octubre, cuando en lugar de aprovechar el tiempo para trabajar con el equipo base, concede descansos y permisos a algunos al no convocarlos.

¿Será que Miguel Layún, Héctor Herrera, Andrés Guardado, Javier Hernández y Héctor Moreno ya tienen bien asimilados esos movimientos casi mecánicos que pretende Osorio?

Los resultados dirían que no.

 
 
LA FALTA DE AUTORIDAD
 
El ex jugador del Toluca, Wilder Guisao, delantero por naturaleza, al que Osorio dirigió en el Atlético Nacional de Medellín y al que llevó al Sao Paulo de Brasil, le dio una muestra al estratega de que la desobediencia táctica no siempre es por no comprender su filosofía de juego.

"Esta historia me la contó el mismo Osorio. Jugaba el Nacional un partido por la Copa Libertadores ante el Defensor de Montevideo, en Medellín; estaba en el banco Guisao. Osorio lo llama y le dice, 'le voy a pedir un favor, entre por favor y conviértase en lateral y márqueme a este jugador uruguayo que se nos está yendo", relató el periodista Hernán Peláez hace tres meses en un programa de televisión.

"Entró Wilder Guisao al juego y no, no hizo nada de lo que le habían pedido. Al final fue muy sincero cuando Osorio se le acerca y le pregunta '¿qué le pasó?, ah, es que se me olvidó profe'".

Ahora como seleccionador, la diplomacia y posición negociadora con los futbolistas, de escucharles y atender incluso sus deseos en caso de querer jugar en otras posiciones, o la de asistir o no a algunas convocatorias, ha sido vista como una señal de poca autoridad ante el grupo.

El no ejercer el poder como seleccionador fue un tema que surgió previo a la Copa América Centenario, torneo que casi coincidía sólo por días de diferencia con los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

"Para mí hay jugadores indiscutibles que tendrían que estar en Copa América, como Moreno o Andrés (Guardado), pero eso pienso yo, ahora tendría que escucharlos a ellos también y ellos desean ir a los Olímpicos, les desearé toda la suerte del mundo", explicó en enero.

Al final Osorio ahí tampoco decidió, porque tuvo que llevarles al torneo en Estados Unidos con el Tri Mayor ante la negativa de los clubes europeos y la falta de gestión del propio técnico, al no objetar la negativa de los equipos que no le ceden futbolistas.

Osorio dejó al futbol brasileño en plena competencia, para buscar como seleccionador no más dinero, porque incluso dijo ganar lo mismo que el Sao Paulo, sino por cumplir un sueño para el que dijo haberse preparado.

"Yo deseo la gloria deportiva y esa no se obtiene ni por un millón de dólares", dijo el colombiano.

Con el infortunio del 7-0 y la desconfianza casi general de la afición, el colombiano se aleja de esa gloria y se acerca a una posible salida.

Quizá el inicio del hexagonal lo dirá.

 
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