En el futbol cualquier equipo funcionará mejor en la medida en que más se aproveche el potencial de cada uno de sus jugadores.
Esa verdad de Perogrullo no siempre encuentra en la práctica el debido eco.
Como sí lo encuentra, por ejemplo, en el caso de las actuales Chivas, que están luciendo a elevados niveles a pesar de no contar con un plantel tan poderoso como el que tienen otros.
Quizá una de las principales virtudes de este Guadalajara, sea el cabal aprovechamiento de las mejores características del jugador mexicano.
De ese futbolista mexicano que es, en términos generales, tácticamente disciplinado, dispuesto al sacrificio, resistente, rápido, incisivo, "mordelón" en la marca, osado para correr riesgos y desequilibrar en la jugada individual, solidario en el trabajo de recuperación de la pelota y al cumplir con labores ofensivas.
Un café, por lo menos, debería tomarse Juan Carlos Osorio con Matías Almeyda, para que el argentino le explique cómo ha logrado con las Chivas lo que el colombiano está muy lejos de lograr con la Selección Mexicana: aprovechar al máximo esas virtudes de sus futbolistas.
Porque a final de cuentas es ésa una de las primordiales tareas para cualquier director técnico: la de capitalizar las cualidades individuales en aras del bienestar del equipo, de la eficiencia colectiva.
Jugar al tope de lo que se puede usando a plenitud lo que se tiene.
Sacarle a cada futbolista lo mejor de sí mismo para después ponerlo todo al servicio del equipo.
Aprovechar y explotar cabalmente el potencial de cada jugador para así alcanzar el mejor rendimiento colectivo posible.
¿En este momento qué equipo mexicano puede presumir que así lo hace?
¿Las Chivas y cuál otro?
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